Vino, cine y twitter

Lo que dejó en su paso por Mendoza la película Vino para robar.

Disfruté realmente de la película argentina Vino para robar del talentoso Ariel Winograd. Con una buena actuación de Daniel Hendler, Valeria Bertuccelli, Martín Piroyanski  (desde un rol secundario, asciende a un primer plano formidable mientras roba el vino, las escenas  y el afecto de un público agradecido), Juan Leyrado, Pablo Rago y Mario Alarcón, demuestra todo lo bueno que se puede hacer en nuestra industria cinematográfica. 

Una comedia muy divertida, fresca e ingeniosa, que atrapa con encanto desde el comienzo. Como ninguna película, muestra a Mendoza como destino de enoturismo, sus atractivos naturales, la ciudad en movimiento  y regala un final delirante donde triunfa el amor y se descorcha, como no podía ser de otra manera, un gran vino. Me gustó y la recomiendo con alegría. Como un buen Malbec joven, tiene sus aromas flores y frutas. Pero en boca, hay un tanino que molesta.

En una de las escenas, el personaje jugado por el  buen actor Mario Alarcón (un finquero bodeguero -que habla como porte?o- al que los malos le quieren quitar su propiedad), camina entre los vi?edos algo borracho, tomando del pico de una botella. Eso no me gustó. En general, no nos gustó a los que estamos vinculados al vino dentro y fuera de Mendoza. Lo escribí en twitter y el mismo Winograd (@sanwino), en una actitud muy sana en la que demuestra su sencillez,  me respondió de inmediato: Enrique (@EChrabolowsky), aquí Ariel Winograd el director de la película. Antes que nada es una ficción, no es 100% realismo, espero que no, ?la hicimos con mucho respeto y amor! Saludos.

Hace muchos a?os -explicaré mi postura- que no hay borrachos de vino. Los conocí en mi lejana ni?ez, y tampoco eran muchos. Quizás un par de personajes absolutamente queribles. Los que se alcoholizan esporádicamente en estos días, lo hacen con otras bebidas. Sobre todo los jóvenes. Otros, enfermos, lo hacen en soledad, a escondidas, pero nunca con vino. Más allá de la ficción, mostrar a un bodeguero en esas condiciones, es una  caricatura algo desafortunada. El bodeguero sabe lo que es el vino y lo siente como una pasión. Y sobre todo con mucho respeto. Nunca bebería del pico.  Por ello se logró y está en vigencia la Ley del Vino Bebida Nacional, en la que se le considera un alimento y parte de la dieta de los argentinos. El tema que, repito, no termina de empa?ar  a esta  excelente película, es algo que simplemente muestra, y sin mala leche, un estereotipo de cómo nos ven,  y no deja de parecerles simpático, a muchos que viven lejos de Mendoza.








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