Vacalín, tradición familiar y apuesta al país

El Gran Premio Sirí nos hizo recorrer la ruta del dulce de leche de Maldonado y Rocha, con la que descubrimos las maravillas de este manjar en su versión uruguaya. Sin embargo, volvemos a este lado del río y sentimos que el dulce de leche también es argentino, argentinísimo. Tanto como aquellos relatos de abuelos inmigrantes y sus peripecias al llegar a territorio rioplatense. Y si hay una empresa que sabe de ambos es Vacalín.



por MANUEL RECABARREN



La historia de Vacalín comienza a principios del siglo XX, cuando un joven inmigrante español decidió dedicarse al reparto de dulce de leche y al poco tiempo emprender la producción propia a nivel industrial, bajo la marca “El Mago”. Su hijo, Ernesto Rodríguez, siguió la tradición familiar y en 1972 fundó en el partido de Magdalena la fábrica de Vacalín, que hoy sigue más activa que nunca. Actualmente Ernesto Rodríguez hijo, nieto de aquel joven emprendedor del que hablamos primero, lleva adelante la compañía, compartiendo con su padre no solo el nombre sino también la obsesión con la calidad de los productos que elaboran. 



Dulce éxito


Ser la empresa líder de cualquier sector es un mérito en sí mismo, pero lo es aún más si hablamos de dulce de leche en nuestro país. El producto de los Rodríguez llegó a convertirse en el favorito de la industria alfajorera y la mayoría de los alfajores que circulan en el mercado, premium o económicos, utilizan su dulce de leche. Como si fuera poco, también son los principales exportadores argentinos, llevando sus productos a mercados como Brasil, EEUU, Canadá y Corea, por poner algunos pocos ejemplos.


Si bien Vacalín es sinónimo de dulce de leche, en su larga trayectoria se ha diversificado y hoy presenta una completísima oferta de productos lácteos que van desde quesos blandos, duros y semiduros, hasta manteca y leche en polvo, pasando por crema y hasta helados de variadísimos sabores.



De la fábrica al consumidor


Con todos estos logros alcanzados, fácil sería conformarse. No es el caso de la familia Rodríguez, que se metió de lleno a un segmento bien picante de la industria: la venta directa al consumidor, donde otros gigantes le ganaban en experiencia. Y no lo hicieron de cualquier manera; con una considerable inversión abrieron “Vacalín de Fábrica”, una serie de locales propios donde se puede encontrar el portfolio completísimo que la marca tiene para ofrecer, con un énfasis especial en la estética y atención. La idea comenzó en 2010 en La Plata, ciudad cercana a la fábrica. Su éxito fue tal que decidieron replicar la experiencia y hoy cuentan con veinte sucursales a lo largo de Buenos Aires, tanto en la ciudad como en Provincia, asegurándose así de poder llegar a la mesa de la mayor cantidad de familias posible. Además de los productos propios, Vacalín de Fábrica ofrece una cuidada selección de alimentos de otras marcas, convirtiéndose en una verdadera boutique para los fanáticos de la gastronomía.





Categoría Buena Vida

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