La degustación del Club Cuisine&Vins de noviembre: Catena en el laboratorio

El año ya se nos está yendo, y para la penúltima degustación de 2019 hicimos algo especial y diferente, con vinos inolvidables de Catena Zapata y en Batré, un laboratorio gastronómico y cookworking que maravilló a nuestros socios e invitados.



No tiene sentido pretender que no estamos ansiosos por hacer bolsos y valijas, dejar a alguien a cargo de regar nuestras plantas y partir hacia otros lares, más veraniegos y desestresantes; en nuestro caso el destino va a ser, como siempre, Punta del Este y alrededores, donde vamos a celebrar la esperadísima segunda edición de nuestros Premios Sirí Cuisine&Vins.

Nos vamos por las ramas, y la realidad es que seguimos en la ciudad, atentos a lo que se viene pero con la mirada bien puesta en llevar a nuestros socios los mejores vinos, los mejores beneficios y las mejores experiencias. Y para noviembre elegimos, justamente, hacer nuestra degustación en un lugar especialmente diseñado para la experimentación. Sorprendimos a los socios e invitados de la penúltima degustación de 2019 invitándolos a Batré, un laboratorio gastronómico y cookworking ubicado en Villa Crespo. Se trata de un espacio que busca generar una nueva comunidad de cocineros, amantes de la gastronomía y foodies de todo tipo, que pueden usar el lugar para comer, beber o aprender a cocinar, desarrollarse en el arte de la fotografía gastronómica, y tantísimas otras cosas.

Como nos gusta hacer combinaciones locas, elegimos para este lugar tan novedoso una bodega que, lejos de ser anticuada, es sin embargo tradicional y legendaria, en el sentido de que su nombre es uno de los principales sinónimos de "vino argentino" que se nos vienen a la cabeza: estamos hablando, por supuesto, de Catena Zapata.

De la mano de la sommelier Andrea Núñez, comenzamos la experiencia probando un espumante que sabemos que traerá buena suerte para el 2020 si lo tenemos frío para la noche del 31. El Saint Felicien Nature Método Tradicional se elabora con uvas Chardonnay y Pinot Noir provenientes de los viñedos que la bodega posee en Tupungato. El matrimonio de estas dos cepas resulta en aromas intensos y elegantes (herencia del Chardonnay) y una muy interesante estructura y complejidad (gracias, Pinot Noir). En la boca aparecen notas de pan fresco y levadura, y una acidez refrescante.

Con cada etiqueta, que fuimos probando con nuestras siempre alabadas copas de R Cristal, llegó un bocado distinto, preparado por el cocinero Javier Gómez y su equipo, quienes decidieron demostrar sus talentos con platos particularmente latinoamericanos. En el caso del Saint Felicien Nature, acompañamos con unas bruschettas con baba ganoush, y no saben lo bien que va el espumante con el sabor ahumado de la berenjena.

Pasamos luego al primero de cuatro vinos, el D.V. Catena Chardonnay-Chardonnay, inteligentísima transición del espumante al tinto. Y todos coincidieron (coincidimos) en que fue uno de los vinos más ricos de la noche, por más difícil que sea elegir uno solo. Arma letal contra aquellos prejuiciosos del blanco que por alguna razón siguen existiendo, este vino es descripto desde la bodega como "de gran complejidad y elegancia, con aromas de frutas tropicales maduras, ananá y durazno blanco, además de cítricos y minerales, y un impacto dulce y untuoso en boca, con sabores a frutas maduras y muy buena acidez que le brinda un fresco y prolongado final". Todo es cierto, y sobre todo destacamos la palabra clave: fresco. Este es uno de los grandes vinos para el verano. Bah, aunque el próximo también. 

Picoteo para acompañar el chardo chardo: asado negro al estilo venezolano, con papelón, un producto elaborado con el jugo de la caña de azúcar... exquisito. Fue servido sobre unas pequeñísimas arepas que fueron sensación en el laboratorio.

Segundo vino, compitiendo cómodamente por el podio: Saint Felicien Pinot Noir. Volvemos a una de las líneas más interesantes de Catena con esta etiqueta frutal, cálida y madura, elaborada con uvas de los viñedos Adrianna (del que seguramente hayan oído hablar) y Domingo, de Gualtallary y Villa Bastía, respectivamente. Delicioso y en su momento justo, fue hábilmente maridado con unos tequeños venezolanos con salsa de guayaba que, perdonen lo coloquial, la rompieron. Tan buena fue la combinación del Pinot y los tequeños, de hecho, que el momento de disfrute de este paso fue un poquito más largo que los demás.

El penúltimo vino que probamos fue otro Saint Felicien, en este caso el Malbec Orgánico. Un vino muy especial, hecho como los grandes vinos de antaño, con poca intervención y, claro, sin ningún tipo de químico. De aromas intensos a frutas rojas y negras, voluminoso y fresco, imponente sin abrumar. El maridaje consistió en unas riquísimas y muy tiernas arepas con pollo.

Finalizamos con la joya de la corona, el Angélica Zapata Cabernet Franc Alta. Verdaderamente impactante, este vinazo de aromas intensos y concentrados, con notas de cassis, grosellas maduras y toques de vainilla y especias dulces, tiene una entrada dulce y de excelente estructura. Un vino tremendamente balanceado, súper elegante y favorito entre nuestros socios. La manera perfecta de terminar la noche, que contó con una sobremesa larga y cómoda y más de un comensal que se quedó a seguir probando las delicias de Batré.

A la salida, algo que ya es casi un clásico de nuestras degustaciones: cada invitado se llevó un plantín aromático de nuestros amigos de Aromas del Pilar, para continuar inmersos en el mundo de aromas y sabores en sus casas.

Asóciense hoy al Club Cuisine&Vins y acompáñennos en futuras degustaciones como la que tuvimos este mes. Siendo parte del Club van a recibir seis vinazos todos los meses, además de una tarjeta de beneficios exclusivos y acceso a montones de privilegios y experiencias únicas. Basta con escribirnos por mail a cuisine@cuisine.com.ar o por whatsapp al 11-2869-6069, o con llenar directamente el formulario que pueden ver en esta misma página.





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