La barra, ese arrabal
2015-11-18Cuentos chinos
Para deleitarse con manjares chinois, un lugar insólito.
Olvídense de la mesa pipí cucú, del servicio cálido y el ambiente agradable. En
la barra del supermercado Asia Oriental reina el canto de los woks. Allí,
muchedumbres impacientes esperan sus pedidos interceptados por carritos y
curiosos. No hay camareros, se pide en el mostrador. Todo el servicio se reduce
a una cajera que da respuestas monosilábicas y una frase larga luego de
ordenar: “Sale en dié minuto, buscar en mesa”.
Se me hace agua la bouche con sólo pensar en los fideos
–caseros– con salsa de sésamo, soja y maní: para nada llamativos al ojo, pero
de lo más deliciosos. Plato simplísimo y barato y, sin embargo, el más glorioso
del Barrio Chino. Otro predilecto: los fideos de arroz con mariscos. Aunque
suelo encontrarlos insípidos, los que sirven en Asia Oriental resultan
distintos: muy sabrosos y de textura tirando a pegote. Recomiendo pedir los dos
juntos y compartirlos porque se presentan voluminosos. Los ramen también son un
acierto y representan una gran opción para entrar en calor.
Si embuchen en barra por cuestiones de apremios, de estómago
tentado o para vivir la aventura, una buena estrategia es primero agenciarse un
lugar y después pedir la comida. Se sientan frente a la cocina o al costado, en
la barra comunal. En tal caso, uno no come frente a los recipientes de acero
inoxidable con la mise en place y los cocineros que sacan comandas como pelotas
de ping pong sino tête à tête con los locales que chupan, ruidosos e impúdicos,
sus ramen.
Tenemos mucho que aprender de ellos. La mejor ubicación es
esta última, en el extremo, al lado de la cocina. De todos modos, si agenciarse
un huequito se vuelve misión imposible o los abruma el escenario, permítanse el
pecado de pedir doggy bag y comer en casa.