INFORMAL & ELEGANTE

“El grito más bello de toda la pintura”, dijo una vez Francis Bacon, “es el de La matanza de los inocentes”. Pues bien, en esta reseña de Shout nos acercamos bastante al mítico cuadro de Nicolas Poussin.

¿Cómo se crea la magia de un restaurante? NO bastan una cocina sabrosa ni unos buenos tragos para cosechar aplausos: hay que elegir el público y definir el ambiente y el servicio apropiados; además, los creadores del lugar deben generar “la magia” y ser excelentes anfitriones. Sin vocación, la restauración no es asunto fácil. Pensé esto mientras me acomodaba en Shout, un restaurante joven y atractivo, “último grito de la coctelería porteña” según reza el lema de la casa. Está en el barrio de Retiro, a un paso de la plaza San Martín, sobre la nueva Maipú de veredita amigable y en una casona francesa de principios del siglo 20. El interior tiene carácter: los colores son nocturnos y la iluminación los potencia, la música del DJ vibra, la barra se ubica en el centro de las miradas, los livings y las mesas resultan cómodos. Cada espacio es una escena y el servicio de salón se mueve atento; esos rasgos definen la propuesta.

Quiero un aperitivo que sea bien seco. Pido La Gambeta, lleva London Dry Gin, Punt e Mes, Hesperidina, albahaca fresca, pomelo y miel. Paladeo una mezcla rica y equilibrada. Prefiero los tragos sin syrup antes de comer. Enseguida descubro otros que pueden gustarme: el Sangre de Romero y Rábano Picante y el Pizpireta de Ciroc y Noilly Prat. Los anoto. La carta es verdaderamente creativa y excelente en su calidad de bebidas; merece una mención aparte. Sirven los tragos con garrapiñadas de maní que vienen en bolsitas de nylon, medida higiénica que los preserva del manoseo habitual. Shout es también un lugar de cocina a las brasas. Elijo dos entradas de mar: el pulpo español a la parrilla con papitas provenzal y ají amarillo y los chipirones con mayonesa de chile y cilantro. ¡Muy apetitosos! A falta de panera trajeron, como atención, brioches tibios con paté de pollo (mmm… una delicia).

Los platos principales son también fáciles y ricos. Pruebo una pesca del día a la parrilla con vegetales sazonada con Salmoriglio –salsa siciliana con aceite de oliva, ajo, orégano, perejil y limón–. Se trata de filetes de lisa del día: fresquísimos, jugosos. Luego, es la hora de un suculento y sabroso corte de ternera con chimichurri. Finalmente, me toca un espléndido risotto a punto con langostinos vuelta y vuelta, hinojos asados y tomates. Acompaño la pesca y el risotto –incluso el postre– con un Dorado Sauvignon Blanc de Vicentin del Valle de Casablanca, Chile. El vino resultó de cuerpo ligero y fresco, expresivo, frutal y de marcada acidez.

La panna cotta de arroz con leche y ensalada de cítricos equilibró mi paladar con dulce acidez. Recordaré, para mi próxima visita, pedir algunos tragos que esta vez no llegué a probar –como El Malandra, El Gigoló, La Yeta, El Dandy o la Caipiroska–; también quedé intrigada con la molleja junto a ensalada de pera, las chuletas apanadas con repollitos de Bruselas, el budín de pan y la degustación de Malbec. La cocina a la vista y las visuales del comensal están bien cuidadas. Eso sí: me molestó la recepción demorada en la puerta en pleno frío de octubre.

Shout

Maipú 981

4313-2850



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