INFORMAL & ELEGANTE
2015-11-12“El grito más bello de toda la pintura”, dijo una vez Francis Bacon, “es el de La matanza de los inocentes”. Pues bien, en esta reseña de Shout nos acercamos bastante al mítico cuadro de Nicolas Poussin.
¿Cómo se crea la magia de un restaurante? NO bastan una
cocina sabrosa ni unos buenos tragos para cosechar aplausos: hay que elegir el
público y definir el ambiente y el servicio apropiados; además, los creadores
del lugar deben generar “la magia” y ser excelentes anfitriones. Sin vocación,
la restauración no es asunto fácil. Pensé esto mientras me acomodaba en Shout,
un restaurante joven y atractivo, “último grito de la coctelería porteña” según
reza el lema de la casa. Está en el barrio de Retiro, a un paso de la plaza San
Martín, sobre la nueva Maipú de veredita amigable y en una casona francesa de
principios del siglo 20. El interior tiene carácter: los colores son nocturnos
y la iluminación los potencia, la música del DJ vibra, la barra se ubica en el
centro de las miradas, los livings y las mesas resultan cómodos. Cada espacio
es una escena y el servicio de salón se mueve atento; esos rasgos definen la
propuesta.
Quiero un aperitivo que sea bien seco. Pido La Gambeta,
lleva London Dry Gin, Punt e Mes, Hesperidina, albahaca fresca, pomelo y miel.
Paladeo una mezcla rica y equilibrada. Prefiero los tragos sin syrup antes de
comer. Enseguida descubro otros que pueden gustarme: el Sangre de Romero y
Rábano Picante y el Pizpireta de Ciroc y Noilly Prat. Los anoto. La carta es
verdaderamente creativa y excelente en su calidad de bebidas; merece una
mención aparte. Sirven los tragos con garrapiñadas de maní que vienen en
bolsitas de nylon, medida higiénica que los preserva del manoseo habitual. Shout
es también un lugar de cocina a las brasas. Elijo dos entradas de mar: el pulpo
español a la parrilla con papitas provenzal y ají amarillo y los chipirones con
mayonesa de chile y cilantro. ¡Muy apetitosos! A falta de panera trajeron, como
atención, brioches tibios con paté de pollo (mmm… una delicia).
Los platos principales son también fáciles y ricos. Pruebo
una pesca del día a la parrilla con vegetales sazonada con Salmoriglio –salsa
siciliana con aceite de oliva, ajo, orégano, perejil y limón–. Se trata de
filetes de lisa del día: fresquísimos, jugosos. Luego, es la hora de un
suculento y sabroso corte de ternera con chimichurri. Finalmente, me toca un
espléndido risotto a punto con langostinos vuelta y vuelta, hinojos asados y
tomates. Acompaño la pesca y el risotto –incluso el postre– con un Dorado
Sauvignon Blanc de Vicentin del Valle de Casablanca, Chile. El vino resultó de
cuerpo ligero y fresco, expresivo, frutal y de marcada acidez.
La panna cotta de arroz con leche y ensalada de cítricos equilibró
mi paladar con dulce acidez. Recordaré, para mi próxima visita, pedir algunos
tragos que esta vez no llegué a probar –como El Malandra, El Gigoló, La Yeta,
El Dandy o la Caipiroska–; también quedé intrigada con la molleja junto a
ensalada de pera, las chuletas apanadas con repollitos de Bruselas, el budín de
pan y la degustación de Malbec. La cocina a la vista y las visuales del
comensal están bien cuidadas. Eso sí: me molestó la recepción demorada en la
puerta en pleno frío de octubre.
Shout
Maipú 981
4313-2850