Estero: unas copas en La Barra

Una vinería que ofrece vinos por copa y platos pequeños para picar, una selección interminable de etiquetas bien distintas y un ambiente fresco que rejuvenece la propuesta de uno de los centros más tradicionales del veraneo esteño. Fuimos a conocer el lugar del momento en la calle principal de La Barra.



texto MANUEL RECABARREN
fotos MÁXIMO PEREYRA IRAOLA

@manurek

@maximopi



El vino uruguayo creció a pasos agigantados en las últimas décadas. Constantemente probamos etiquetas que nos deslumbran, de bodegas inmensas y pequeños productores. Faltaban, sin embargo, lugares dedicados a apreciarlas. Es cierto que muchos restaurantes tienen cartas de vino interesantísimas, pero en ellos la bebida suele quedar en segundo plano. Para suplir esa necesidad llegó Estero, una simpática tienda que revolucionó La Barra.



La historia comienza en marzo de 2020 y, a diferencia de todas las que se nos vienen a la cabeza cuando escuchamos la fecha, esta tiene final feliz. Nicolás y Ximena, joven pareja de argentinos, se encontraban en Uruguay cuando se declaró la crisis sanitaria. Decidieron quedarse; serían apenas 15 días más de lo planeado. Bueno, un mes. Ok, otro. Y ya sabemos cómo siguió. En definitiva, se encontraron en Uruguay por mucho más tiempo del que pensaban, y decidieron hacer limonada con los limones que tenían. Salir a probar vinos, descubrir novedades y conocer proyectos era parte de su vida porteña, y la falta de propuestas del estilo no tardó en hacerse notar. Era una buena oportunidad, un modelo de negocios que conocían (vieron el nacimiento de los pioneros en Buenos Aires), pero también una apuesta. ¿Entendería la propuesta el cliente uruguayo?



Así surge Estero, en medio de la incertidumbre: un local pequeñito en uno de los centros más tradicionales de Maldonado, La Barra. La tienda cuenta con una completísima selección de etiquetas ?más de ciento cincuenta, aunque está cambiando todo el tiempo? de Uruguay y del mundo. Los vinos nacionales son protagonistas, y el equipo trata de dar luz a proyectos pequeños de productores charrúas que tienen poca visibilidad. También hay vinos de Francia, España, Nueva Zelanda, Alemania y Argentina, entre otros. Lo más interesante es que sus precios no varían mucho en relación con los nacionales, una decisión casi ideológica de Estero para acercar estos productos a sus clientes de todos los días y que puedan probar cosas nuevas sin hacer una inversión considerable. 



El espacio muta conforme van pasando las horas del día. Abre a las once de la mañana para recibir clientes que quieran llevarse alguna botella, y por la tarde habilita la cocina con unas pocas opciones (las justas) para aquellos que deseen sentarse a picar algo y tomar un par de copas. El servicio es descontracturado, y la idea es relajarse: pocas mesas, luz tenue y mucha vela, música agradable. Algunas etiquetas salen por copa y toda la selección puede pedirse por botella. 



Hicimos lo que más nos gusta: liberarnos de la presión de elegir y dejar todo en manos de los que más saben. Así llegó a la mesa una etiqueta de la que jamás habíamos escuchado hablar: el naranjo de Viognier de Viña Progreso, un vino natural a cargo de Gabriel Pisano en el que la blanca del Ródano se presenta aromática y compleja, con el volumen justo otorgado por el skin-contact y un funk clásico del estilo que no molesta para nada. Lo acompaña un plato de quesos que junta el trabajo de distintos productores uruguayos, y hay un buen mix entre pasta blanda y dura. Viene con fruta de estación y alguna conserva casera.



Siguiendo la ruta del queso, la burrata es otro gol. Un plato muy visto, sí, pero en conjunto con los tomates uruguayos (¡qué emoción sentir el sabor de un buen tomate!) y algunos toques originales, como el uso de hinojo y granada, no aburre.



Nuestra favorita fue, sin lugar a dudas, la empanada de pescado. Lisa fresquísima, bien condimentada, jugosa, en una masa perfecta. Sale con una suerte de yasgua picante que le va como piña. Cuando están frescos (nosotros no tuvimos la suerte) hacen papillote de mejillones, que al parecer son un hit. Si van y lo encuentran, a por él.



La segunda botella fue más clasicona, y no hay nada de malo en eso. De hecho, es positivo: sin importar el estilo de vino que te guste, siempre vas a encontrar algo para vos. Pinot Noir de Piriápolis, de la mano de Cerro del Toro. Y si no probaron Pinot uruguayo, háganse el favor: fresco, mineral, ácido, ideal para noches veraniegas.



Además del picoteo, la carta de Estero cuenta con un par de platos más “principales”. Siguen siendo pequeños, fieles a la filosofía de la casa, pero son más contundentes. Probamos los orecchiette con zucchini, sabrosos y sencillos, ideal para los fanáticos de la sutileza. Un buen aceite de oliva, un rico queso. ¿Qué más se puede pedir?



Estero abre todo el año, buscando brindar servicio para sus clientes locales. Además de todo lo que ya les contamos, realizan charlas con distintas bodegas, degustaciones descontracturadas y actividades con músicos y DJs. También se acercan amigos gastronómicos a apoderarse de los fuegos y transformar la carta por una noche.


 
Planes sobran y, aún cuando no, Estero siempre es plan. La recorrida por La Barra ahora tiene una opción actual y joven, adaptable a cualquier bolsillo. Chin chín.





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ESTERO

@esteroestero

Ruta 10 y Las Estrellas, La Barra, Maldonado, Uruguay

+598 9508 8085

Miércoles a lunes de 11 a 01 h.





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