Cocina solidaria
2014-12-30
Martiniano Molina, el más visible de los discípulos del Gato Dumas, apuesta a grandes obras fraternales en las que conjuga pasión por la alimentación y educación.
Martiniano Molina llegó a la cresta de la ola como cocinero y decidió reaparecer cargado de pura vida por la orilla que nadie lo esperaba. Hasta hace siete a?os se confirmaba acaso como el más visible de los discípulos del Gato Dumas: desde una tangente que combinaba sencillez, sofisticación y carisma, llegaba al gran público por los canales de aire, las se?ales de cocina en el cable, sus libros, columnas en las revistas y hasta publicidades de productos masivos. Así como muchas veces los artistas sienten la necesidad de salir de su taller para captar la simbiosis con el mundo real, Martiniano transformó su pasión por la gastronomía en una conexión permanente con el alimento como núcleo de una forma de mirar al planeta. Hay un punto de referencia desde el que se puede decir que di un giro y yo no reniego de lo que hice. Así como hace mucho tiempo colaboro interesadamente en distintos emprendimientos sociales, ya desde mis viejos recibí la cultura de vincular a la medicina con la alimentación y a tener una visión más natural de cómo se mueve el mundo. Sin transformarme en un fanático o ser parte de una nueva religión, empecé a sentir que mi camino pasa no sólo por vivir cada vez más de acuerdo a esos principios, sino además aprovechar el contacto con la gente para comunicar el mensaje de la sustentabilidad, la ecología, y lo orgánico como acción en vez de como discurso, dice. Basta con conocer su hábitat privado en la zona ribere?a de Quilmes para tener un primer esbozo de esas nociones. En un terreno que lejos tiene que ver con los barrios privados, con las manos que en otra época también usó para jugar al handball por la Selección Argentina construyó su casa con materiales reciclados, se armó su propia huerta y una granja con las que prácticamente se autosustenta. Mientras sigue experimentando con energías renovables, la misma gente que puede volver a verlo por televisión en su programa Eco-Cocina por El Gourmet, durante los primeros días de noviembre pudo comprobar in situ de qué habla ahora Martiniano. Más de 70 mil personas pasaron por el predio Roberto De Vicenzo en Berazategui, donde el cocinero y ya divulgador impulsó ExpoSustenta, con el foco puesto en la sustentabilidad a través de charlas y talleres, pero sobre todo a través de 200 productores locales -o de un rango de no más de 50km de distancia- que le dieron vida al Biomercado. Es evidente que hay mucha gente que también en la búsqueda de consumir de un modo más sano y responsable de lo que promueve el circuito habitual de consumo. No por nada aparecen Buenos Aires Market, Masticar, Raíz y todos los lugares explotan. Las mismas personas que en la calle me contaban que habían hecho mi receta que habían visto por TV, hoy me cuentan que se animaron con su huerta. Es el estímulo a seguir aprendiendo y difundiendo, resalta Martiniano, quien por supuesto en su feria volvió a despuntar el vicio de cocinar en público. Si bien ya está acostumbrado a que lo comparen con Jamie Oliver, el archifamoso chef inglés que llegó a ganarle un juicio a McDonald’s por la fórmula nociva de sus hamburguesas, Martiniano rastrea los inicios de su camino en un hecho casual durante su adolescencia, cuando ni so?aba con ser deportista y muchos menos ganarse la vida detrás de las hornallas. En plena barrida en la farmacia de su madre en Quilmes, se topó con La Novena Revelación, la novela de James Redfield que, a partir de 1993, introdujo a más de 20 millones de personas en los conceptos de la espiritualidad oriental perdidos en un ficticio manuscrito maya. El libro no era de nadie, entonces me lo quedé. Por supuesto me generó un impacto que sólo asimilé con el tiempo, con las caricias y las cachetadas que te va pegando la vida. Pero incluso cuando viví en Italia me empecé a dar cuenta, por ejemplo, del abuso de los azúcares que hacemos en nuestro país y del poco valor que le damos al origen del producto. Fui entendiendo cómo estar cada vez en más contacto con esas cosas tiene que ver que vivir más sanos y hasta intentar un mundo cada vez más justo, de involucrarse con mejorarlo a través de actos y compromisos de cada uno, relata. Durante ese camino, además de recorrer todo el país para conocer de cerca a productores regionales e involucrarse con infinidad de ONGs, se dio el gusto de trabar relación con dos referentes mundiales de la sustentabilidad y el comercio justo, como el médico holístico estadounidense Gabriel Cousens y el espa?ol Joan Melé, creador de la Banca Etica. En todo ese contexto, la idea de lo gourmet perdió todo tipo de privilegio en la cotidianidad alimenticia y laboral de Martiniano. Hace rato que no pienso en el volumen de los platos, y todo ese tipo de cosas. No por eso está excluido el placer de comer, todo lo contrario. Quizá el placer ya no pasa tanto por un aspecto frívolo, sino de conexión con lo que vos mismo sembraste en la tierra. ?O quién me va a negar que el tomate de tu planta es más limpio, rico y perfumado que el del supermercado? Incluso mi relación con el vino cambió. Me sigue encantando y tengo una gran relación con la gente de Zuccardi y de Fin del Mundo, con quienes nos unen los mismos valores. Pero tomo el vino que hay, y si está fulero le echo un poco de soda y listo, aclara. Habrá que pensar entonces desde qué lado se puede hablar de un cambio en Martiniano Molina. El poder la comida sigue rigiendo su vida, pero no hacia los tecnicismos gastronómicos, sino hacia rutas alternativas que lo han llevado a interiorizarse en la agricultura biodinámica, las prácticas antroposóficas e incluso a involucrarse con las escuelas de ense?anza Waldorf. Queda claro entonces que es un largo camino de ida: No se trata de descubrimientos nuevos, sino de conceptos que se fueron desarraigando en los últimos siglos de civilización y que hoy se comunican de otra manera. Yo no expulso a nadie ni demonizo a quien toma una gaseosa, pero está comprobado, por caso, cómo mejora la actitud de un ni?o que toma más jugos naturales que gaseosas. Me encanta que cada vez más gente se informe y se anime a poner las manos en la tierra. Por eso me siento mucho más en paz que antes.