Un día de campo con Le Pain Quotidien

Para celebrar la estación, los colores del otoño y los productos que la tierra da en estas épocas, hicimos un viaje a La Plata con Le Pain Quotidien para probar algunos platos a metros de la inmensa huerta donde se cosechan los vegetales y las hierbas que componen su carta.




texto y fotos MÁXIMO PEREYRA IRAOLA

@maximopi


Le Pain Quotidien es una marca familiar, reconocible, que encontramos en más de 20 países y que nos acompaña en distintos puntos de la ciudad y alrededores desde hace once años; en total son 35 locales en los que la materia prima es muy cuidada y donde podemos esperar siempre consistencia en sabores, calidad y calidez.


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El foco de Le Pain Quotidien está sobre todo en la trazabilidad del producto, y en el cuidado de los ingredientes que siempre son nobles y agroecológicos, sin químicos ni pesticidas artificiales. Es la única manera de garantizar que lo que comamos sea rico y sano.


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Ahora bien, esto podría ser un discurso, un manifiesto de marca, como tienen tantas otras. Efectivamente, al desayunar, brunchear, almorzar o tomar el té en Le Pain uno siente que está comiendo bien, con un menú lleno de cosas caseras que se lucen por su naturalidad y el despojo, en el mejor de los sentidos: no hay decoraciones innecesarias ni excesos de condimentos o técnicas que tapen los ingredientes, y se agradece. Sin embargo, y teniendo en cuenta que es una marca enorme, internacional, con presencia en varios países de Europa, el claim bien podría ser una fachada políticamente correcta, como pasa con tantos otros emprendimientos.


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Nos subimos a una combi un día de semana, bien temprano, para encarar hacia las afueras de La Plata y conocer la huerta de La Anunciación, con la que Le Pain Quotidien trabaja estrechamente todo el año. El viaje genera expectativas que la recepción cumple: no estamos en una planta enorme y fría, con cuadros genéricos y bandejeos sosos, sino en una casa de campo, familiar, con una mesa afuera que está rodeada de cajas. Cada caja tiene el nombre de uno de los que visitamos la huerta, y adentro hay un sombrero, un delantal y algunas cosas más. Vamos a la tierra.


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Junto con Charlee Mendoza, Director de Alimentos y Bebidas de Le Pain Quotidien Argentina, recorremos las grandes extensiones de la huerta para conocer los productos y aprender sobre sus características, sus tiempos de cosecha y el uso que se le da a cada uno en la carta de Le Pain. Remolachas de distintos colores, plantas altísimas de kale, enormes hinojos, nabos y apionabos, pepinos, hierbas de todo tipo: vamos poniendo algunas cosas en canastas para aprovecharlas en el almuerzo (y también llevarnos un par a casa).


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Si había dudas sobre la legitimidad del concepto Farm to table en Le Pain Quotidien, la experiencia de La Anunciación las despejó por completo. A medida que la marca se expande (pronto desembarcará en el interior del país y en Uruguay), el cuidado por la materia prima y el detalle se mantiene intacto, y sin duda esa es la razón principal del éxito de este proyecto fundado por el chef belga Alain Coumont en 1990.


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La carta de Le Pain tiene toques argentinos, en gran parte gracias al éxito de la marca en nuestro país, el segundo con más tiendas en funcionamiento, pero sobre todo ofrece una experiencia internacional que combina distintos productos orgánicos para crear platos caseros, frescos, nutritivos y saludables. Además de los tesoros que obtienen de la huerta La Anunciación, trabajan con productores de distintos lugares del país, siempre cuidando la trazabilidad. Hay carne, pero sobre todo hay mucho vegetal y buenos panificados.


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Al regresar de la huerta, nos esperaba un pequeño y suculento banquete: tartines con hummus de remolacha y queso brie; tortilla de brócoli, arvejas y parmesano; y entre otras cosas una carbonada belga de la que podríamos haber comido muchos platos. Después comimos algunas cosas dulces, riquísimas; la pastelería de Le Pain nunca falla.


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La marca produce hoy en día cerca de 1.000 kilos de pan por día, en ocho variedades diferentes. Charlee nos contó que tienen además un pan especial que solo se elabora los jueves y viernes, con semillas activadas, que es único en el mundo. “Nuestro pan lleva de 12 a 16 horas de fermentación y trabajamos sin levadura. Es amasado a mano y luego lo cocinamos en hornos de piedra refractaria que le otorga esa costra característica para que quede duro por fuera y blando por dentro”, explicó.


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Con respecto a las recetas, Charlee Mendoza contó: “Un 80% de nuestras recetas vienen de afuera y el resto se completa con un valor agregado típico argentino que influye en el proceso de selección de los productos, elaboración, armado y presentación”. El chef también está al frente del centro de producción ubicado en Villa Ortúzar, desde donde se provee a todas las sucursales.


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Para Charlee, la filosofía de la marca está en crear conexiones significativas con el consumidor, como si estuviera en su propio hogar, a través de platos simples y de calidad. “Tratamos de transmitirle a la gente que coma como en su casa pero fuera de su casa, en un espacio para relajar de la vorágine mientras disfruta de un pedazo de pan, de una bebida o de un plato casero”, indicó Mendoza, que acaba de aggionar el menú para darle más protagonismo a los platos otoñales.


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Emprendimos el regreso a la capital cargados de regalos de la huerta y de Le Pain, pero sobre todo recargados de energía: el contacto con la naturaleza, desde todos los sentidos, fue una bocanada de aire que nos sacó por un rato de la rutina urbana. Algo de eso se puede recrear sentándose a la mesa de cualquier Le Pain Quotidien que tengan cerca.


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LE PAIN QUOTIDIEN

@lepainquotidienar

www.lepainquotidien.com/ar/es




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