MARISMO: REAL Y ETERNO

por FLAVIA FERNÁNDEZ

@flaviafernandezcv


Marismo es Marismo. Y no tiene nada que ver con modas, aunque las mesas las disputen celebridades, poderosos e incluso personajes de la realeza europea.

Lo que tiene este restaurante pionero en comer manjares de fuego bajo las estrellas, es magia. Porque cada detalle, desde hace años, fue pulido por las manos ebanistas de su dueño y cocinero, Federico Desseno. Él y su mujer, Natalia, un hada de bosque que recibe entre exuberancia verde, pies en la arena, hijas divinas.


Hay hits eternos que salen de esos fuegos hipnóticos. La provoleta crujiente y cremosa con tomate y hierbas, los langostinos dorados al hierro que estalla, ensaladas de otro planeta porque los vegetales son únicos, las corvinas y los lenguados; boniatos que puso de moda hace décadas entre argentinos que preguntaban en manada: ¿qué es esto? ¿batata o zanahoria? Señores, es la batata uruguaya, una cruza bien arriba, así de anaranjada, casi una caja de Hermès.


Comimos increíble porque esas berenjenas rellenas de ricota, a la chapa, fueron el hit de la noche. ¡El lenguado, por Dios! La tarta quemada de dulce de leche, el vinito de Garzón. Pinot, siempre Pinot. 

No hace falta describir la carta entera porque Marismo es un modo de lujo. Sin pretensiones. Real y eterno.




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