El día más goloso

Hoy, 11 de octubre, se celebra el Día Internacional del Dulce de Leche, una de las grandes pasiones argentinas.

Es un sentimiento único. Una pasión inexplicable. Un manjar incomparable, que deleita a multitudinarios paladares. Al igual que la pizza, las pastas y la carne, el dulce de leche es parte esencial de las mesas argentinas. Versátil como pocos, va de maravillas solo, con flanes o budines, en tortas, chocolates o caramelos. Y, ni hablar, como sabor helado, donde es rey.    

Protagonista los 365 días del año, desde el año 1988, se designó el 11 de octubre como "Día Mundal del Dulce de Leche". Así que, agarrá la cuchara y aprpvechá esta perfecta excusa para rendirle homenaje.  

Exquisitez inigualable, si bien lleva el sello de "invento argentino", existen diferentes versiones sobre su origen. Más allá de nuestro país, en el mundo se lo conoce como arequipe, manjar blanco, caramel y hasta cajeta. Todas estas nomenclaturas remiten a la mezcla de leche con azúcar, que tiene infinidad de fans a lo largo y ancho del planeta. "De todos modos, como el colectivo y la birome, es bien nuestro", sostienen los paladares más fervorosos. 


Historia Oficial 

Existen versiones encontradas sobre el origen del dulce de leche, pero la más popular la relaciona directamente con la conmemoración de su Día Mundial, el cual fue establecido en 1998 por la Cámara Mundial y Ente de Promoción del Dulce de Leche. 

El relato habla del año 1829, del 11 de octubre, para ser más precisos. Esa tarde, Juan Manuel de Rosas y su oponente político, Juan Lavalle, se reunían para firmar un acuerdo de paz en la estancia “La Caledonia” en Cañuelas.

Según esta historia, una criada estaba en la estancia preparando la lechada (leche caliente con azúcar) con la que Rosas tomaba su tradicional mate. En ese momento, llegó el General Lavalle tan cansado que se tiró a dormir una siesta en la hamaca que pertenecía al dueño de casa. Frente a ese panorama, la criada salió desesperada a buscar a la guardia y olvidó la mezcla cocinándose en la olla. Cuando regresó a su puesto, ya se había convertido en una pasta espesa y de color marrón.

Con miedo, le confesó a Rosas lo que había pasado con su lechada. El Restaurador, lejos de enojarse, probó lo que había en el recipiente y, tanto le gustó, que se lo convidó a Lavalle.

A partir de ese momento, y llegado al mundo casi de casualidad, el Dulce Criollo –hoy el famoso Dulce de Leche- pasó a ser un infaltable de nuestra mesa.

Fuente: Diario Clarín 




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