por FLAVIA FERNÁNDEZ
@flaviafernandezcv
Tierras fértiles de verdes abundantes, viñedos, sierras y castillos. Castilla y León, la inmensa, la enamorada del Duero y del buen vivir. Ahí, reinando desde hace siglos, la bella Valladolid, donde se realiza FINE (Feria Internacional de Enoturismo), una de las más importantes ferias del mundo.
Hablamos de vinos, claro, y hay que contar que la provincia de Valladolid cuenta con cinco denominaciones de origen: Rueda, Ribera del Duero, Cigales, Toro y León. Además ofrece una gastronomía espectacular y un refinamiento en todos los sentidos. De todo esto hablamos con Alberto Alonso, director de la feria, quien ya tiene algún Malbec en su bodega y fantasea con visitarnos.
Cuéntenos un poco sobre el nacimiento de FINE, los objetivos y cómo imagina el futuro luego de estas tres ediciones.
Es una idea que empezamos a trabajar en 2019, convencidos de que el enoturismo es un sector con gran potencial. Nuestro entorno es una de las mecas para este tipo de viajeros, con la Ribera del Duero como un referente, pero no el único, porque el eje del Duero nos lleva también a Portugal; La Rioja está muy cerca… pero nuestros objetivos son globales, somos ambiciosos y queremos que FINE sea el lugar en el que las bodegas, los territorios y los operadores de tours hagan negocio. Y además de la faceta profesional y de negocio hay otros elementos que hacen de FINE un proyecto aún más especial, por la capacidad que tiene el enoturismo para fijar población en el medio rural ?es uno de los problemas de la España interior? y crear empleo, que en buena medida es empleo femenino.
La valoración de las tres ediciones celebradas es realmente satisfactoria, pese a que los escenarios en los que se han desarrollado han sido complicados. En la del estreno, en febrero de 2020, se empezaba a hablar de un virus que llegaba de China…, en 2021 pasamos la celebración a junio porque el turismo empezaba a moverse, pero fue complicado por las restricciones en los vuelos, aforos, etc. Pese a todo ello lo hicimos, cumpliendo con las normas de seguridad sanitaria, realizando tests a absolutamente todas las personas que formaron parte de FINE ?no hubo ningún positivo? y creo que ahí confirmamos que FINE es una muy buena idea con un interesante futuro. En ese futuro cercano vemos la itinerancia del proyecto para llevarlo a otras regiones vitivinícolas, españolas o de otros países.
¿Qué novedades habrá en la próxima edición, en marzo?
La esencia seguirá siendo la misma: encuentros agendados y espontáneos entre bodegas, territorios y compradores. Pero vamos a introducir algunos cambios en el formato precisamente para reforzar la faceta de negocio en detrimento de la imagen convencional de las ferias; los grandes stands dejarán paso a áreas de trabajo sin artificios. Porque, como decía, para nosotros lo relevante es ofrecer a los participantes herramientas que les permitan formalizar acuerdos comerciales.
¿En qué se diferencian de las otras ferias?
Creo que son varios los rasgos que la definen y diferencian. Su carácter pionero en Europa, la hiperespecialización, la vocación global y el formato de trabajo, que es diferente al de una feria convencional, porque funciona como un club de negocio. Y a todo ello hay que sumar la implicación en el proyecto de empresas e instituciones, sin las cuales FINE no sería posible. Mientras que en Estados Unidos el enoturismo es promovido por las bodegas, en Europa es una rama más del turismo para cuyo desarrollo es imprescindible la colaboración público-privada. FINE cuenta con el apoyo de bodegas líderes de nuestra región: Abadía Retuerta, Pago de Carraovejas, Dehesa de los Canónigos y Protos; instituciones como el Ayuntamiento de Valladolid, la Diputación provincial, la Junta de Castilla y León y Turespaña, que desde hace varios años está posicionando al país como un destino interesante para los viajeros de cualquier lugar del mundo interesados en este segmento que ofrece mucho más que el contenido de una copa: ofrece cultura, paisajes, gastronomía, historia…
Nos gustaría saber un poco más sobre su vida.
Soy feriante, toda mi vida profesional ha estado vinculada a las ferias y los eventos. Llegué a Valladolid en diciembre de 2017 desde Barcelona, donde viví la mayor parte de mi vida, aunque soy de un pueblo de Cantabria. Trabajé en Lisboa durante diez años dirigiendo la feria Alimentaria. Me apasiona este mundo y disfruto creando nuevos productos; de hecho, FINE es la primera incorporación de estas características a nuestro calendario. A ella sumamos en 2021 Shooting Locations Marketplace, en el que participan localizadores, productores y destinos de rodaje; y en junio de 2023 estrenaremos Manufacturing Partners, un evento dirigido a empresas de alimentación y bebidas que fabrican para terceros.
Si tuviera que describir Valladolid con tres palabras…
Déjame cuatro, por favor. “Perfecta para vivir disfrutando”. En estos cinco años mi familia y yo nos hemos acostumbrado a todas las ventajas que ofrece una ciudad de este tamaño, como el lujo de ir a comer a casa, pero sobre todo me encanta su vida cultural ?es una ciudad inquieta y heterogénea? y la sinceridad de los vallisoletanos.
Si fuera un plato, ¿cuál sería? ¿y una cepa?
Me gusta la cocina atrevida que hacen muchos restaurantes y el concepto de tapas, porque son un ejemplo de creatividad y sabor. Me mojo y elijo un lingote de lechazo, quizá el subconsciente me lleva a un asado argentino, y en cuanto a cepas voy por la variedad Verdejo, aunque esto es una selección variable, depende del momento.
¿Está al tanto de lo que sucede con la industria del vino por estos pagos?
Mi conocimiento de la industria del vino en general es limitado. Por mi trabajo tengo el privilegio de escuchar a profesionales de bodegas, viticultores y organizaciones profesionales en las distintas ferias relacionadas con el sector que celebramos, y algunos de los temas que se ponen sobre la mesa son la rentabilidad del viñedo, los retos de la comercialización, la sostenibilidad, el descenso del consumo de vino en detrimento de otras bebidas alcohólicas… Por lo que he podido leer son problemas comunes también en Argentina, a los que este año se suman las pérdidas de producción a causa de las heladas. Respecto de los vinos argentinos, es una gran asignatura pendiente a la que me dedicaré en 2023: empezaré a conocer esos territorios a través de sus embajadores embotellados. De hecho, ya tengo en casa un Malbec. Agradeceré las recomendaciones para trazar el mejor mapa vinícola del país.
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