texto y fotos NATI TORRES
@natiftorres
“Una celebración de lo que nos iguala así como un abrazo a lo que nos diferencia”. La frase es la que eligieron Pielihueso y Bodegas López para describir, en la contraetiqueta, al rosado que acaban de lanzar en sociedad: PieliLópez. Y no es solo un lema; es también la clave de la elaboración del vino y el secreto de su facha única. El abrazo a lo que diferencia a ambas bodegas comienza por las uvas que forman parte de PieliLópez. Es una reunión de Petit Verdot de Los Chacayes con Malbec y Cabernet Sauvignon provenientes de la finca propia de Pielihueso.
Bajo la supervisión de Sebastián Bisole, asesor enológico de Pielihueso, y Juan Pablo Díaz, enólogo de López, el rosado fermentó con levaduras autóctonas y se elaboró sin sulfitos agregados, al estilo Pielihueso. Bodegas López prestó su sello histórico dándole al vino el tonel de roble restaurado en el que reposó durante nueve meses después de su fermentación en tanque de acero inoxidable.
Ninguna de las bodegas había añejado en toneles vinos elaborados de manera orgánica, con fermentación espontánea y sin sulfitos, una mezcla de variables a veces difíciles de controlar que podía desembocar en callejones sin salida. No hay que olvidar que, después de todo, el vino está atravesado por organismos vivos y a veces caprichosos. Y que la crianza en madera no es un proceso necesariamente lineal o predecible.
“Decidimos no desborrar el vino e hicimos bastante movimiento de borras, para que tenga cuerpo para bancarse la madera. Y al final lo filtramos; generalmente no lo hacemos en Pielihueso, pero apenas metimos el vino en el tonel estábamos re asustados, tenía demasiado gusto a madera”, recuerda Celina Bartolomé, co-propietaria y directora de Pielihueso.
“La madera tiene ciclos de un aporte impresionante en los primeros meses, tenés ganas de sacar el vino ya, pensás que puede empezar a concentrar. Pero después todo se empieza a amalgamar y eso baja”, ilustra Ignacio Pasman, brand & marketing manager de Bodegas López. “Con la madera necesitás tiempo. Y si le das tiempo, te va a dar beneficios”.
Nada de esta sucesión de primeras veces se nota en PieliLópez. No solo es un rosado prolijo y elegante: tiene también una personalidad marcada y distintiva. El Petit Verdot ofrece una estructura firme aunque nada abrumadora, con el Cabernet Sauvignon manifestando una nariz floral y la lenta oxigenación del paso por tonel marcando notas especiadas a clavo, canela y cardamomo. Un perfil que, sumado a la ya amplia versatilidad de los rosados en general, lo hace particularmente adecuado para acompañar platos inspirados en la cocina de Medio Oriente y el sudeste asiático.
Todo queda en familia
La idea de la sociedad entre López y Pielihueso comenzó en 2022, cuando Ignacio invitó a Celina a la feria López Punta a Punta, en la que la bodega muestra anualmente nuevas cosechas y repasa todo su catálogo. Fue entonces que Celina decidió sumar los vinos de la bodega a la carta de Anafe, restaurante donde supervisa el universo líquido.
“Nos reunimos con Nacho, que trajo vinos para que probáramos, y le dije que me parecía una suerte tener toneles tan viejos para hacer vino. Y él simplemente me dijo ‘hagamos uno’”, recuerda Celina. Ignacio le transmitió la idea a Eduardo López Laurenz, CEO de López, que dio el visto bueno de inmediato. Y si el proceso fue tan sencillo es justamente por aquella celebración de lo que iguala a la tradicional López y la vanguardista Pielihueso.
“Quizás desde afuera López parece inaccesible o muy burocrática, pero nada que ver. Desde 2019, cuando entré a la bodega, pensé que necesitábamos hacer cosas diferentes. Y Eduardo estaba decidido al cambio, por eso me animé a cosas como proponerle a Celi hacer un vino”, explica Ignacio.
“Salvando las diferencias de tamaño, las dos somos bodegas familiares”, agrega Celina. “López se sigue manejando como tal y nosotros obviamente también lo somos”, explica Celina, quien lleva adelante Pielihueso junto con su papá Alejandro y con sus hermanos Carmela y Ale, quienes aportan al diseño de etiquetas. “Todos los que participamos en el proyecto siempre hablamos de igual a igual, en una zona de 100% honestidad y confort. No había jefes, éramos todos un grupo tratando de hacer algo lindo. Para nosotros es un baño de humildad, de aprendizaje y lujo de tener ideas y hablar de hacer vino con gente que tiene este tipo de experiencia”.
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