por ANA PAULA ARIAS
Los fundamentalistas de los tintos tienden a reconciliarse con los rosados a través del Caelum rosé. Y esto se debe a dos cuestiones: por un lado, es súper redondo y grácil, con nada de azúcar residual, lo que lo convierte en el aperitivo ideal para cualquier reunión; por otro, está hecho con dos de las cepas tintas más populares de nuestro país: Cabernet Sauvignon y Malbec. El secreto está en su maceración y extracción justa. El resultado es un vino con matices, muy refrescante, pero con bastante volumen.
El Caelum Malbec va en la misma línea, con notas de frutos rojos y lavanda. Siempre es una buena oportunidad para beber tintos que tengan un estilo más ligero, que se beban de un tirón. Cuando terminamos una botella sin darnos cuenta, siempre es un éxito. Eso habla de un buen balance y de la calidad general del vino. Y eso sucede con este tinto, honesto y jugoso.
Por último, la caja se completa con un Cabernet Reserva con paso por barrica de roble francés por doce meses. Es un tinto con un perfil más robusto, con notas de frutas rojas maduras y de vainilla propias de la madera. Pero lo estupendo de este vino es que no se recuesta cómodamente en esa crianza en barrica, porque recupera también el carácter típico de la variedad, como las notas de pimienta y aceituna negra.
En mayo quisimos mostrarles lo que se hace en las bodegas boutique de nuestro país. Grandes vinos de pequeñas producciones.
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