Casarena: la aventura de vinificar


En Luján de Cuyo, Casarena elabora vinos notables a partir de viñedos desafiantes y repletos de personalidad. Así surgen líneas como Appellation Agrelo, que consigue, a partir de tres grandes vinos, llevarnos a un recorrido por las alturas mendocinas y la historia de la región y sus suelos.

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Al hablar de vino argentino, cada vez tenemos más para decir sobre los tremendos exponentes que nacen de suelos de diferentes latitudes del país; sin embargo, siempre volvemos a Mendoza, donde cada metro cuadrado de tierra tiene algo distinto para contar. En esta ocasión ponemos la lupa en Luján de Cuyo, donde Casarena Bodega y Viñedos sorprende con etiquetas muy distintas y complejas que reflejan un trabajo notable de topografía.


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Cada una de las líneas de la bodega es digna de descorches y párrafos por igual, pero hoy nos interesa particularmente Appellation Agrelo, una colección que resulta del trabajo con viñedos de distintas antigüedades y una amplia diversidad de alturas y suelos. Hay Malbec, Cabernet Sauvignon y Semillón, de los cuales los tintos provienen de tres de las fincas de la bodega: Finca Lauren, fría y de suelos profundos, francos y arcillosos, a 925 metros sobre el nivel del mar; Finca Owen, con suelos franco arcillosos y con presencia de piedras, donde crecen parrales de Cabernet Sauvignon de la década de 1930 a 960 msnm; y Finca Naoki, cuyos suelos están dominados por el yeso y el cemento indio. En Naoki hay 20 hectáreas plantadas a 960 msnm. Para elaborar el Semillón se utilizan uvas de una finca de Agrelo perteneciente a una emblemática familia de la zona.


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Martina Galeano, líder del Equipo de Enología de Casarena, cuenta: “El principal objetivo de la bodega es poder mostrar la riqueza y la diversidad de Luján de Cuyo, con sus microclimas y características topográficas”. Además de los varietales de la línea Appellation Agrelo, la bodega elabora vinos a partir de Chardonnay, Cabernet Franc y Petit Verdot, como así también Merlot, Syrah y Pinot Noir para blends y espumantes. Casarena creció a partir de las etiquetas Single Vineyard y fue incorporando varietales a medida que surgieron nuevos viñedos, siendo el Malbec de Naoki una de las más recientes novedades, por ser el último Malbec que se plantó. 


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“Este año nuestro foco está puesto sobre todo en Naoki”, dice Martina. “Creemos que es un viñedo único y con mucho potencial, porque está en una zona con una topografía única, con características de suelo muy particulares en términos de contenido de yeso. Está además rodeado por un monte nativo que nos importa mucho respetar. Los corredores biológicos del lugar tienen un gran lugar en la visión de la bodega, y pensamos en los viñedos no como monocultivos sino como ecosistemas en los que se respeta verdaderamente la biodiversidad autóctona”.


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Casarena busca enfrentar desafíos y superar obstáculos para obtener los mejores vinos a partir de suelos que a primera vista podrían parecer hostiles. En este momento trabajan en un Cabernet Franc de la Quebrada de las Flores, por ejemplo, con uvas que crecen 100% rodeadas de la vegetación del lugar; también está en proceso un Malbec del Cementerio de Elefantes, y ambas etiquetas serán el reflejo de zonas de Naoki que son muy diferentes sobre todo en términos de contenido de yeso: en una de ellas el mineral corresponde a un estadío más viejo, forma una suerte de cemento y hace que las plantas crezcan en un suelo muy austero y restrictivo; en la otra, el yeso se encuentra en polvo, más mezclado con la tierra y la arena, y las características de las plantas resultan muy diferentes.


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Volviendo a la línea Appellation Agrelo, vale destacar la apuesta innovadora que significa el Semillón Old Vines, que Pablo Ceverino, Viticultor de Casarena, define en estos términos: “La idea fue buscar un Semillón patrimonial de Luján de Cuyo, y logramos encontrar un viñedo de 1937, lleno de historia, plantado por la misma familia fundadora de nuestra bodega en Agrelo”. Martina Galeano agrega: “Encontramos este Semillón con muy bajo rendimiento, lo que nos dio una gran concentración de sabores y, en términos aromático, mucha fruta amarilla y algunas notas de flores blancas distintivas del Semillón. Lo vinificamos en tanques de acero inoxidable a muy baja temperatura conservando y resaltando esa tipicidad varietal, y logramos un vino

con gran volumen de boca con crianza sobre borras durante seis meses”.


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La experiencia de Casarena se completa en la bodega, donde funciona un gran Visitor Center desde el que proponen visitas guiadas y degustaciones. Próximamente la bodega estrenará además su restaurante, para el que están ultimando detalles gastronómicos. Allí estaremos, copa en mano.


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