Caelum: el cielo con las manos


Un emprendimiento familiar en Agrelo produce desde hace unos años vinos ricos, frescos y distinguidos con una visión particular y la aventura de animarse a tomar algunos riesgos. Conversamos con Constanza Pimentel, propietaria y encargada de marketing de Caelum, sobre la historia de este proyecto.

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por ANA PAULA ARIAS



La historia de Caelum está vinculada al cosmos. Los cielos brutales de Mendoza y su conexión con el proyecto ayudaron a sentar las bases para desarrollar lo que hoy es. Hablamos con Constanza Pimentel, una de las propietarias y encargada del área de marketing, sobre los desafíos en época pandémica y el crecimiento de la bodega.

 

¿Cómo empezaste en el mundo del vino?

En 2008 decidí mudarme a Mendoza porque se había gestado la idea de construir una bodega en nuestra finca de 60 hectáreas ubicada en Agrelo, Luján de Cuyo. Mi madre había empezado con el cultivo de pistachos en 1994, y nuestros viñedos ya eran productivos desde 2000, aproximadamente. Terminé mi carrera de Licenciatura en Turismo en Buenos Aires y una semana después estaba en Mendoza con la intención de acomodarme. Empecé a estudiar sommellerie y al mismo tiempo a trabajar en un “hotel de vino” en Agrelo, trabajo que enriqueció mucho mis conocimientos sobre el vino y sobre la atención a este público en específico. En 2009, cuando la bodega ya estaba lista para recibir su primera vendimia, me volqué de lleno a interiorizarme con los diversos procesos, y eventualmente, cuando tuvimos nuestros primeros vinos fraccionados, a su comercialización.

 

Me contaste en una oportunidad que una de las cosas que les había impactado de Mendoza fue el cielo. ¿Cómo influyó eso en el armado y la identidad de la bodega?

Bueno, mi madre fue en realidad la que propuso la idea de inspirarnos en el cielo para bautizar nuestro proyecto. Veníamos de Buenos Aires, una gran urbe iluminada que apenas deja ver el cielo nocturno, con lo cual llegar a los suburbios de Mendoza fue muy impactante porque de noche podíamos ver claramente todas las estrellas. Tanto mi madre como mi hermano y yo iniciamos nuestros primeros meses de adaptación en Mendoza en una casa rodante instalada, con todos sus servicios, en el medio de la finca. Eso nos permitía apreciar aquel escenario nocturno a diario. De allí sale Caelum, una constelación de cuatro estrellas que representa un cincel, la herramienta del escultor. ¡Su significado no podía encajar mejor con nuestro proyecto de bodega boutique! Así es que nace el nombre de nuestra bodega. Además, en latín “caelum” es “cielo”, motivo por el cual decidimos jugar con los elementos del cielo para crear nuestra imagen y nuestras etiquetas.


 

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Uno de los grandes desafíos de las bodegas boutique es competir con un mercado de grandes marcas que, por su volumen y capacidad productiva, se acomodan fácilmente en todas las góndolas de supermercados y vinotecas. Los consumidores se acostumbran a ciertas etiquetas y es muy difícil a veces seducirlos para que cambien de hábito. “Nosotros hemos decidido desarrollar nuestro portfolio bajo la estrategia de marca paragua, es decir, utilizar nuestra marca ‘Caelum’ en todos los productos”, cuenta Constanza y agrega: “en 2009 éramos una bodega nueva, totalmente desconocida, compitiendo con al menos 900 bodegas registradas en ese momento en Argentina. Creímos que cuanta más exposición tuviera nuestra marca, mejor. Por un lado, indagamos en qué nos hacía diferente de la competencia para lograr posicionarnos. Nuestra misión era convertirnos en una bodega boutique, que elabora el 100% de su producción con uvas propias (de viñedos ubicados en Agrelo, Lujan de Cuyo); una bodega que elabora un volumen de tan solo 70 mil botellas anuales, volumen que permite concentrarse en la calidad organoléptica de los vinos, reduciendo rendimientos en el viñedo, entre otras cosas; también una bodega que apostó a desarrollar vinos blancos con un papel protagónico, cosa que en Argentina era casi impensado aún en 2009; una bodega de capitales 100% argentinos y manejada por tres miembros de una familia cuyos roles individuales tuvieron que ver con sus elecciones de estudio. Quisimos de alguna manera concentrarnos en destacar nuestras ventajas competitivas, y hoy en día seguimos motivados por la misma premisa del inicio”.

 

¿A qué países exportan y cuán importante es para ustedes el mercado internacional?

Hoy exportamos principalmente a Perú y Reino Unido, lo que representa para nosotros un 40% de nuestro volumen, aproximadamente.


 

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Lo que sirvió para destacar a Caelum entre tantas bodegas de la zona fue sin dudas el Fiano de la línea Gran Reserva. Actualmente son uno de los poquísimos productores que apostaron a este blanco y, vale decir, nadie a lo ha hecho hasta el momento con el nivel de proyección e importancia que le dio Caelum. El Fiano es una cepa típica del sur de Italia de un perfil cítrico y aromático muy particular. La versión de la bodega tiene paso por barrica, lo que le da un toque untuoso al paladar y un interesante potencial de guarda. “Importamos los barbechos en 2009 de un vivero italiano, justamente porque queríamos desarrollar una línea significativa de vinos blancos y porque buscábamos innovar y apostar a nuestro terroir. Así es que es una variedad que plantamos nosotros para utilizar para nuestra bodega casi exclusivamente. Se da muy bien, las condiciones se asemejan a las de Campania y Sicilia en Italia donde es cultivada principalmente.”, explica Constanza.

 

Contame sobre el método de elaboración de la línea Nuvola Dolce.

Los Nuvola Dolce se elaboran utilizando el método italiano de “appassimento”, una forma de elaborar vino dulce con uva pasificada, tal cual se usa en el Véneto para elaborar los “recioto”. Tenemos un Torrontés y un Malbec. En ambos casos lo que hacemos es cosechar los racimos en marzo, colgarlos en una “sala de appassimento” y dejarlos deshidratarse naturalmente y a la sombra durante unos 30 a 40 días, hasta que se convierten casi en pasas de uva. Luego se procesan en la bodega, agregando las levaduras e interrumpiendo posteriormente la fermentación para lograr un alcohol deseado y un azúcar residual que los hace dulces. 

 


¿Cuán importante para ustedes es el turismo? ¿Cómo se las arreglan en este contexto pandémico?

Para nosotros la actividad turística representaba una herramienta de marketing y un punto de venta importantes; lamentablemente se ha visto suspendida desde marzo de 2020, y aunque reanudamos nuestra actividad en diciembre actualmente estamos atravesando una baja significativa con respecto al movimiento. Como alternativa, hemos ofrecido degustaciones virtuales previo envío de los vinos a domicilio, hemos continuado con nuestros canales de venta de siempre, muy orgullosos de tener un equipo de ventas como el actual, y también hemos apostado a la venta a través de nuestro renovado canal de e-commerce.

 

¿Cuáles son las próximas novedades de la bodega?

Como novedad tenemos un blend blanco en la línea reserva, que se compone de 50% Fiano, 45% Chardonnay y 5% Sauvignon Blanc. Es un vino que tiene un paso por barrica de seis meses, muy fresco, que evoluciona bien en la botella. También estamos experimentando con algunas microvinificaciones, entre las cuales tendremos por primera vez un vino Naranjo elaborado con uvas propias de Torrontés. Nos gusta innovar y crear, somos una bodega pequeña y ocasionalmente nos damos el gusto de probar cosas nuevas.

 

¿Con qué se va a encontrar un consumidor que prueba por primera vez los vinos de Caelum?

Somos una bodega que tiene como particularidad cosechar más temprano de lo habitual en nuestra zona. Esto nos permite lograr vinos más frescos, con aromas a fruta fresca en lugar de aromas a mermelada y compota. Además, son vinos complejos y expresivos dado el bajo volumen de rendimiento de nuestras viñas. Nuestros vinos en general suelen tener buen potencial de guarda, si nos referimos puntualmente a los reserva, gran reserva y espumantes “Eclat”. Nosotros siempre decimos que beber nuestros vinos es como “sentir el cielo con las manos”.




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