Costa y Pampa: la Argentina vitícola no es solo la de las montañasme

Hay buen vino a apenas unas horas de distancia y sin cruzar fronteras. La bodega bonaerense de Trapiche lleva ya varios años sorprendiendo con etiquetas de Pinot Noir y cepas blancas que demuestran la riqueza de nuestros suelos, sin importar latitudes.



texto MANUEL RECABARREN

@manurek


Los vinos de influencia oceánica, los que parten de vides a metros del mar, no son novedad en absoluto. Tanto en el Viejo como en el Nuevo Mundo se encuentran múltiples ejemplos de denominaciones e identificaciones costeras que gozan de gran prestigio. 



En 2009 el grupo Trapiche decidió plantar bandera en Chapadmalal y aprovechar nuestra faceta atlántica bajo la marca Costa y Pampa. La idea decisión surgió de la audacia de Marcelo Belmonte y Daniel Pi, históricos nombres del grupo, que buscaban experimentar en nuevos terruños del país. En ese sentido, la cercanía al mar presenta una serie de bondades muy interesantes a la hora de hacer viticultura: no se necesita regar, el agua sobra; las temperaturas no son extremas y la composición de los suelos permite una densidad de plantación mucho mayor que en otros sitios del país.



Ya casi quince años después ?con adición de la mano hábil de Ezequiel Ortego, el enólogo de la casa?, la historia de Costa y Pampa está llena de éxitos. Y no hablamos solamente de los premios y puntajes que sus vinos han obtenido, que son muchos, sino de cómo lograron insertarse en el mercado. Quien busca blancos frescos, de buena acidez y algo de mineralidad, encuentra en las etiquetas de la bodega un gran aliado, siempre. 



La decisión de plantar blancas y Pinot Noir fue muy inteligente, y habla de cómo el equipo entendió el terroir desde el minuto cero. Las clásicas Chardonnay y Sauvignon Blanc forman parte del repertorio, por supuesto, pero también lo hacen algunos varietales menos conocidos en Argentina, como la Gewürztraminer, la Pinot Grigio, la Riesling y, tal vez la vedette de Costa y Pampa,  Albariño. Esta última hace magia en los viñedos de Galicia y se convirtió en una de las principales uvas del Uruguay, un salto de charco de distancia: todo indicaba que aquí proliferaría de maravilla, y así sucedió.



Para quienes aún escapan a los blancos (¡de lo que se pierden!) pero gustan de tintos ligeros, el Pinot Noir de Costa y Pampa es una gran expresión del varietal. De rubí tenue y aromas a frutos rojos, es una explosión de frescura y acidez, con austeridad muy elegante. 



Más allá de sus vinos, Costa y Pampa tiene que estar en nuestros radares para cuando pensemos en escapadas de fin de semana o pequeñas vacaciones. Se encuentra a unas horas de la Ciudad de Buenos Aires, y a tan solo minutos de Mar del Plata. En la bodega ofrecen visitas guiadas y hasta picnics entre viñedos. Hacer enoturismo nunca estuvo tan cerca.






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