Mess: oriente y al norte

En la zona de Pilar, un matrimonio unió cultura, técnica y creatividad para desarrollar un proyecto que reinterpreta con maestría los grandes clásicos de la cocina de Medio Oriente. Una carta con varias sorpresas para comer en modo aleatorio, vinos impecables y un gran foco en la sustentabilidad; de esto se trata Mess.


texto MANUEL RECABARREN

fotos MÁXIMO PEREYRA IRAOLA

@manurek

@maximopi


Si bien para los porteños escapar de los límites que marca la Avenida General Paz es casi una epopeya, lo cierto es que la escena gastronómica bonaerense está mejor que nunca: a los clásicos San Isidro y Olivos, se sumaron en estos tiempos novedades en Adrogué y Ramos Mejía, Vicente López o Pilar. A esta última localidad viajamos para conocer una de sus últimas propuestas.



Unos pocos minutos por Panamericana y arribamos a destino: Mess Cocina, un restaurante de cocina de autor inspirada en sabores de Medio Oriente. La idea surge de una pareja de cocineros, Celeste Rizian y Guido Casalinuovo, quienes se conocieron en las cocinas de Alo’s, el gran semillero de Zona Norte, y no mucho después parieron dos proyectazos: “Lena, nuestra hija, y Mess Cocina, nuestro restaurante”.



Celeste tiene raíces armenias y griegas, creció rodeada de hierbas y especias. Su marido, con antepasados italianos, se zambulló de lleno en esta nueva cultura y aprendió secretos culinarios de su familia política. 



La propuesta de Mess es sumamente personal; la inspiración está en los platos clásicos, pero los interpretan de una manera fresca y novedosa que les pertenece. Los sabores están presentes, no se diluyen, pero tampoco se muestran obvios. Proponen al comensal un juego, descubrir entre técnica y sutileza la identidad de sus platos, que nunca falta. 



La mesa empezó con copas del blanco de la casa, un Pedro Ximenez de La Cayetana, vinazos si los hay. Fresco, brillante, un jugador de toda la cancha que acompaña lo que le pongas al lado. Buen comienzo. Pronto llegan las… ¿entradas? Bueno, no. Mess significa “quilombo” en inglés, y en árabe, “mezze” es una suerte de picoteo. Guido y Celeste juntaron ambas para armar su carta, donde hay platos de distintos tamaños que no siguen un orden en particular. Esto es un elige tu propia aventura, la mesa se arma como el comensal quiera. 



Entonces, no hablemos de entradas, sino de los platos que llegaron primero. Naan que se deshace en la boca, con manteca ahumada y sal de chicharrón;  sarmá vegetariano, cítricos y berenjenas ahumadas con yogurt y sésamo negro. Confesión: no me gusta la berenjena, pero de esta no quedaron rastros. Así de bien estaba.



Continúa un keppe crudo que parece a la vista parece tartare, pero en boca muestra su identidad armenia. Hummus sedoso con hinojos braseados, garbanzos crocantes y algunos pickles. 



Pasamos, arbitrariamente, a platos más contundentes. Manté en versión XL, con labneh y un caldo de pollo soñado; una papa crocante con arrope de hongos y pickles; spanakopita ?una suerte de arrollado con ricota, espinacas y feta, todo envuelto en masa filo?. Los que pidan carne roja, carne roja tendrán: lomo al bastermá, maridado en las típicas especias del fiambre armenio, acompañado por coliflor en distintos formatos. Delicia. Aquí ya pasamos al tinto, porque aunque nos guste el desorden que el proyecto propone, a veces con los maridajes nos ponemos clasicones. 



Los postres son un capítulo aparte. Incluso para quienes se empalagan rápido es menester guardarse algo de lugar y probarlos. La baklava no falta ni falla, acompañada con helado de vainilla (de Madagascar, eh). El resto rotan bastante, regidos por la estacionalidad. Siempre hay algo contundente y chocolatoso, en contrapunto con alguna opción frutal. En nuestra visita volaron las cabezas con una ensalada de cítricos y hierbas, con un poco de leche de coco y sorbet de rosas. Es posible que ya no esté en carta (tardó bastante en salir esta nota, perdón), pero el manejo de sutilezas fue tan perfecto que recomendamos ciegamente lo que puedan encontrar ahora. 



Panza llena, corazón contento. Recorrido por la cocina, ordenada e impoluta; vistazo a la carta de vinos y cócteles, más que interesante; y charla con las cabezas detrás del proyecto. Su trabajo no se queda en el servicio: hacen un trabajo inmenso de sustentabilidad. En la cocina no se tira casi nada, los desperdicios se transforman y reutilizan. La filosofía se replica en el salón a través del trabajo con PYMES de la zona que reciclan botellas usadas para producir jarras, portavelas y ceniceros que vuelven a las mesas.



A veces pecamos de cómodos y pensar en el traslado a Pilar parece imposible. Pero, pensándolo bien, cruzar la ciudad para llegar a San Telmo o Villa Urquiza puede tomar el mismo tiempo (si no más). Desafiémonos un poco, saquémonos a pasear a zonas nuevas y conozcamos proyectos interesantes. En la lista de pendientes, Mess no puede faltar. 



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MESS
@messcocina 

Los Crisantemos 392 - Del Viso 

Martes a sábados de 17 a 23:30 h

11-2397-0178

www.messcocina.com





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