La inquisición: Marcelo Belmonte, de Grupo Peñaflor

texto MANUEL RECABARREN

fotos CORTESÍA GRUPO PEÑAFLOR


Marcelo Belmonte nació entre viñedos, bajo la guarda del sol mendocino. Cuando decidió estudiar Agronomía en la Universidad Nacional de Cuyo, nadie se sorprendió, lo llevaba en la sangre. Su pasión lo paseó por el mundo, trabajando y aprendiendo a la par de los nombres más importantes de la industria. Pero la Patria llama y volvió a sus tierras. 

Hoy es Director de Viticultura y Enología de Grupo Peñaflor, hacedor de muchas de nuestras etiquetas favoritas y el exportador más grande de vino argentino al mundo.


Nos conseguimos unos minutitos dentro de su agenda, eternamente estallada, para hablar sobre su recorrido, el lugar que ocupa Argentina en el mundo del vino y qué le depara el futuro a la industria nacional.



¿Cómo llegaste al mundo del vino? ¿Formaba parte de las mesas familiares?

Vengo de una pequeña ciudad del sur de la provincia de Mendoza. Mi vínculo con la producción vitícola, frutícola, enológica y ganadera por la actividad de mi abuelo paterno me marcó sin dudas. Desde muy chico era tradición durante los meses de verano colaborar en el galpón de empaque y en la cosecha. Era algo que disfrutaba mucho. Por otro lado, mi padre, médico, logró despertar en mí la curiosidad por la ciencia y el conocimiento. Fue natural mi decisión de estudiar Agronomía en la Facultad de Ciencias Agrarias en la Universidad Nacional de Cuyo.


¿En qué momento decidiste dedicarte a esta industria?

Al final de mis estudios de grado durante un viaje a California entré en contacto con una industria vitivinícola diferente a la Argentina y me pareció fascinante. Ahí decidí que ese sería mi camino. Años más tarde volvería a realizar una Maestría en Viticultura y Enología en la Universidad de California en Davis. Estar en contacto con grandes profesores como Larry Williams, Nick Dookzolian, Roger Boulton o Ann Noble -entre otros- marcaron la forma en la que interpreto la viticultura y la enología.



Dirigir la enología de un grupo tan vasto como Peñaflor parece un desafío gigante, ¿cómo lo encaraste?

El equipo que lidero incluye el manejo de unas 3500 ha de viñedos distribuidas en distintas regiones, el abastecimiento de uvas de nuestros productores, R&D, Sustentabilidad y la dirección técnica de todas nuestras bodegas. Esto es factible gracias a un gran equipo de viticultores, licenciados en enología, ingenieros industriales, licenciados en bromatología, ingenieros en alimentos y profesionales de ciencias económicas. Esto nos lleva a desarrollar una mirada integral, profunda, que combina los distintos conocimientos y experiencias. La fortaleza está en la calidad de nuestra gente. Mi aporte es poder marcar el rumbo técnico de nuestros viñedos y bodegas que nos permita alcanzar nuestra visión que es estar entre las cinco mayores bodegas del mundo. 



¿Qué es  lo mejor de trabajar con marcas variadas? ¿Hay algo que aún hoy te cueste?

Lo mejor es poder expresar con nuestras bodegas y marcas la gran diversidad de terroirs de Argentina, respetando la identidad de cada una de ellas. Siempre es un desafío ver cómo entregamos cada vez más valor en nuestros vinos, ese es un trabajo diario que tenemos como equipo, un camino que no tiene fin. 


Conocés muy bien las distintas zonas vitivinícolas de nuestro país, ¿hay alguna que te emocione particularmente? ¿alguna que te haya sorprendido?

En cada uno de los proyectos siempre se establece un fuerte vínculo emocional, todos son especiales ya que los estudiamos en profundidad y el diseño del viñedo es único e irrepetible porque cada lugar es único e irrepetible. El Valle de Pedernal, a mi criterio, tiene características diferenciales: está a 1400 msnm, es un valle encerrado por la Sierra de Pedernal al este y la de Las Osamentas al Oeste. Esto define un horizonte aparente determinado por la cúspide de estas sierras que modifica el horario de amanecer y atardecer originando un patrón de radiación único. Por otro lado el viñedo tiene una exposición este, esto significa que recibe mayoritariamente sol de la mañana y de menor forma el sol de la tarde que tiende a madurar rápidamente las uvas. Además por la altura es un clima frío, donde las uvas maduran lentamente y los suelos a pesar de la altitud tienen componentes de limo y arcilla mayores que le otorgan a esos vinos una gran elegancia. Son uvas muy generosas que ceden con poca intervención el paisaje de la finca. 


Peñaflor es pionero en la producción de vinos atlánticos, ¿cómo surgió la idea? ¿confiaban en que iba a ser un proyecto tan exitoso?

Surgió como idea de desafiar las regiones de montaña y elaborar vinos con otro perfil, con influencia marítima, muy cerca del Océano Atlántico. Nuestros viñedos están a 3 y 8 km del mar. Chapadmalal es una región fría, muy ventosa y con viñedos de secano. Los suelos son muy diferentes, son argiudoles pero comparten la misma roca madre que los viñedos del oeste Argentino, que es nuestra cordillera de Los Andes. Realmente estamos muy contentos con el perfil de vinos que estamos elaborando y hemos llegado a una gran consistencia. Realmente los Chardonnay, Sauvignon Blanc, Pinot Noir están excelentes y el Albariño se ha adaptado muy bien siendo una variedad de origen Atlántico como el producido en Galicia, en Rias Baixas.  Se ha generado una nueva zona vitivinícola que irá creciendo sin dudas y eso es muy bueno para Argentina. Estos vinos van muy bien con la gastronomía local que ha alcanzado un gran nivel y eso nos ayuda realmente mucho a comunicar este nuevo terroir. 


Además del Malbec, ¿con qué otros varietales te gusta trabajar?

Siempre nos gusta como equipo ir innovando y aprendiendo de otras variedades. Tal es el caso del Marsanne, Roussanne, Garnacha en terrazas en Cafayate, Pinot Blanc, Gewürztraminer y Riesling oceánico, por decir algunas. De todas formas estamos con mucho foco en Chardonnay y Cabernet Sauvignon que son las variedades que traccionan el consumo mundial. 


Grupo Peñaflor es el mayor exportador de vino argentino, ¿cómo ves la posición de nuestro producto en el mundo? ¿Notás que cambió en los últimos años?

Argentina tiene mucho para crecer, solo somos el 2,5% del consumo mundial de vinos. Esto plantea un gran desafío. No es fácil, tenemos que seguir entregando valor a nuestros consumidores y esto implica ser más eficientes en toda la cadena de valor. Hay mucho vino en el mundo, el consumo este año cayó a nivel mundial y también lo hizo la producción pero sigue habiendo excedentes. Por otro lado, China ya se convirtió en el tercer mayor productor de vinos del mundo desplazando a Italia al cuarto lugar. Un punto fuerte a nuestro favor es que somos capaces de producir vinos de calidad y eso es muy importante.





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