La esencia de una cosecha

En un exclusivo almuerzo en la Maison Möet Hennessy Argentina, se presentó Dom Pérignon Vintage 2005. Luego de 9 a?os de maduración, esta a?ada sobresale por su contraste, excepcionalidad y pureza.

Por Mariano Fresco

Fotos: Moët Hennessy Argentina

Me siento un privilegiado. Definitivamente. Hago lo que más gusta y lo agradezco cada día de mi vida. ?Saben una cosa? Me levanto con una sonrisa y me acuesto con otra. Porque disfruto plenamente mi profesión. Eso, créanme, es invaluable, único.

Estoy en el lugar que quiero, en el momento indicado. Volví, tras cinco a?os “de gira”, a mi casa, al espacio que me dio la posibilidad de meterme en el mundillo enófilo. Sí, otra vez en la mítica Cuisine&Vins, entre notas, degustaciones, viajes, historias, anécdotas y salidas enogastronómicas que guardaré para siempre en mis retinas.

En fin, amo mi trabajo, la comunicación, el periodismo. Me preparé desde que tengo uso de razón para llegar hasta aquí. Luché, estudié y mi familia me dio las mejores herramientas. Tuve la oportunidad y la aproveché. Lógico, voy por más. Porque de eso se trata este camino. Crecer, sumar, avanzar.

He vuelto al ruedo (para quedarme, no lo duden). Pruebo novedades vínicas, etiquetas diferentes y raras, cortes innovadores, texturas creativas y recorro la movida porte?a con sumo placer. Descubro, analizo, pienso, escribo. Todo enriquece gratamente. Necesitaba volver para sentirme pleno a nivel laboral.

En esta oportunidad, desembarqué en la elegantísima Maison Möet Hennessy Argentina, inmersa en el aristocrático Barrio Parque. Miro a mi alrededor y todo es se?orial, refinado, ordenado. Los árboles, aún silenciosos por las bajas temperaturas invernales, se mimetizan mágicamente con las casonas del siglo XVIII de la avenida Del Libertador. Amo Buenos Aires, mi ciudad eterna. Aunque viaje a cualquier latitud del planeta, siempre querré volver a la Reina del Plata y deleitarme con cada uno de sus rincones.

Saco violáceo, camisa celeste, corbatín negro, pantalones engomados y zapatillas rubíes, en composé. Ese fue el look elegido para la presentación de la Cosecha 2005 de Dom Pérignon. Mi versión más moderna a nivel vestimenta me acompa?a en esta nueva etapa. Me gusta, me siento cómodo, activo, renovado.

Me recibe, con mucha calidez, la querida Cynthia Ballester. La conozco hace diez a?os, nada más y nada menos. Hemos compartido comidas, rutas del vino, entrevistas recordadísimas y grandes sensaciones vinícolas.

Jefa de Comunicación y Prensa de Moët Hennessy Argentina, desde que empecé en el rubro, me ha recibido de maravillas. Me ayudó cada que vez que pudo hacerlo y me aconsejó a la hora de desenvolverme como pez en el agua en este fascinante universo. Eso no lo olvido. Le agradeceré siempre ese feedback sincero que me dio desde el vamos.

La excelente relación que he mantenido incondicionalmente –a pesar de mis a?os de ausencia en la revista- con Cynthia y Hervé Birnie-Scott, Director del Grupo Chandon Argentina (?hemos compartido increíbles degustaciones, fundamentalmente en Mendoza!), ha fortalecido un sólido vínculo que perdura (y perdurará).

Tras una cálida recepción en uno de los salones de la mansión, que incluyó ostras frescas, empanaditas de vieiras y otras genialidades de EAT Catering, nos adentramos en la cava subterránera. Acondicionada especialmente a la francesa, el resto fue puro goce. Hervé presentó la cosecha 2005 del célebre Dom Pérignon y la comparó con la 2004. Ambas fueron sublimes, increíbles, para el aplauso.

La 2005, a diferencia de su predecesora, mostró mayor madurez y menor acidez. Limpio, brillante, refrescante, voluminoso, excepcional. Un corte perfecto de Chardonnay y Pinot Noir, que nos dejó boquiabiertos. En fin, armonioso, equilibrado, un auténtico Vintage (el 41°, desde 1921).

“Se caracteriza más que por la riqueza de sabor, por una sensación de coherencia. No es una explosión, recorrido perfecto en el que la textura y la estructura van de la mano. Esta suave intensidad es completamente intencionada y se ha construido con la máxima precisión. Los distintos elementos evolucionan juntos, adquiriendo un carácter más sólido y físico, destacando la presencia de cada una de sus notas”, explicó Birnie-Scott.

En un a?o de contrastes en la región de la Champagne (globalmente cálido y con pocas lluvias), una selección minuciosa en el vi?edo ha sellado la máxima calidad. Madurez aromática fuoriserie y sabores para vivenciar en ocasiones muy especiales.

Conclusión: el champagne es el champagne. No hay con qué darle. Me quedo con su marcada acidez (para pocos), su nariz plena de levaduras (no se siente la fruta, a diferencia de los espumosos locales), su boca sutilmente burbujeante, su volumen delicado, su fineza.

?Se puede comer con vinos espumosos? Sin duda. Más, aún, con un champagne de calidad garantizada, con el sello de nuestros amigos de Chandon. Los platos acompa?aron muy bien, a la altura de la situación. Ha sido, en definitiva, un almuerzo muy cuidado, en un ambiente ameno, súper amalgamado.

Por supuesto, no esperaba otra cosa de este sólido grupo de profesionales que sabe perfectamente lo que hace y nos sorprende hace tantos a?os.

Fin del encuentro. Sabía que la iba a pasar bien e iría a ser muy bienvenido. “Qué bueno tenerte de nuevo con nosotros”, me dijeron en el momento del “Hasta pronto”. Me quedo con esa imagen de cierre. Mientras el portón de la maison se abría, me alejaba con una sonrisa y con la plena seguridad de que algún día volveré.



Etiquetas
Categoría Blog

Comentarios