La columna vinófila: ¿A QUÉ LE LLAMAMOS VINO BORGOÑA?

Hasta el día de hoy hay una terrible confusión acerca de lo que es el vino Borgoña. Y no es el único que genera conflicto; si nos dicen Chablis o Beaujolais no sabemos bien de qué nos están hablando. No sabemos el gusto que tienen, ni de dónde salieron. Lo único que tenemos claro es que el abuelo seguro los conoce. Para despejar dudas, acá te pasamos un poco de data sobre su origen.

por ANA PAULA ARIAS



Hasta mediados del siglo XX en Argentina, algunos vinos se vendían a granel, sin etiqueta, y los que salían al mercado en botella venían con nombres que remitían a zonas productoras de los vinos más famosos del mundo: Borgoña, Jerez u Oporto, entre otros.
 
 
La historia de este tipo de vinos en Argentina se remonta a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, con la primera y segunda ola inmigratoria que llegó a nuestro país desde Europa; principalmente desde España, Italia y Francia. Algunos de los que vinieron trajeron con ellos vides para plantar y seguir produciendo vino en el Nuevo Mundo. En esta etapa, en la que se extendió el uso de topónimos, se empezó a llamar de manera genérica “borgoña” a los tintos y “chablis” a los blancos.

 
El vino, tal como lo conocemos ahora, es un invento de los últimos 30 años. La noción del vino varietal, con el nombre de la cepa en la etiqueta, fue una iniciativa de los grandes de nuestra historia vinícola, como Nicolás Catena Zapata o Ricardo Santos. Ya en los 90 empezaron a salir al mercado internacional vinos con denominación varietal, pero iban a faltar varios años más para que el Malbec llegara a ser lo que es hoy.


En la época de la Convertibilidad, con la apertura de las importaciones, entraron vinos como Chianti o Liebfraumilch (el clásico de la botella azul), que venían de Europa. Mientras tanto Finca Flichman sacaba su “Beajolais”, un rosado del estilo del vino francés homónimo. Las etiquetas nacionales se mezclaban con los originales importados y la confusión se profundizó.
A partir de 2000, con la nueva etapa de desarrollo vitivinícola, Argentina consolidó su estrategia de comercializar el vino con el nombre de la cepa con la que estaba hecho. Con este nuevo paradigma los nombres extranjeros fueron desapareciendo.


Hoy los vinos “tipo” borgoña a chablis quedan como un resabio de una época donde lo de afuera parecía ser siempre más fino y mejor que lo de acá. Una idea que, gracias al laburo incansable de nuestras bodegas, fue desapareciendo.


Hoy, más de un siglo después de la ola inmigratoria, queda una maña difícil de sacarnos: la de decirle champagne al vino espumante. A no desanimarnos y a seguir indagando, porque leyendo se aprende. Y bebiendo, mucho más.



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