San Patricio: 7 estilos de cervezas y 7 platos para acompañarlas

Llegamos a un nuevo San Patricio, y aunque todos los brebajes y potajes juegan bien, el día merece ser dedicado a la noble y riquísima cerveza. ¿Cuál? La que quieran. Aprovechamos para recomendar un septeto de birras de diferentes estilos para maridar como profesionales y cantar como leprechauns.



por ANA PAULA ARIAS

@anapaula_sommelier


Hoy, en San Patricio, hacemos lo que mejor sabemos hacer: hablar de bebida y comida. Porque el maridaje no es solo con vino y porque los cerveceros tienen un lugar muy especial en nuestro corazón, confeccionamos una lista de estilos clásicos de cerveza y, para cada uno, un plato acorde.


IPA (Indian Pale Ale)

Imposible imaginar una lista de cervezas clásicas sin una IPA. Un estilo que se ganó muy merecidamente su lugar y que en nuestro país tiene incluso una versión propia. Con su llegada, los argentinos descubrimos el gusto por las cervezas lupuladas. Las notas de maracuyá, brioche y el inconfundible perfil amargo combinan perfectamente con comidas especiadas. El bao vegetariano con salsa picante, típico de Corea, le hace frente y lo potencia.


Stout

Oscurísima, tostada, con cuerpo y levemente amarga. Estas características, sin embargo, la hacen muy amable al paladar, fácil de beber. En Irlanda, los lugareños terminan las rondas de whisky siempre con una pinta de stout, que los aligera y los espabila. Creer o reventar. El compañero obligado es el famoso fish&chips, pescado frito con papas que se lleva muy bien con el peso y la acidez natural de este estilo.


Kölsch

Una rubia de fermentación alta y poco lupulada que es de lo más livianito que podemos encontrar en una cervecería. Pero, a no confundirse, porque, por más amable que sea, es de un estilo muy elegante y complejo, con aromas cítricos y notas de frutos secos, sobre todo de nuez. El maridaje más correcto y, felizmente, el más divertido también, es el pancho. Sí señor, un panchito con pan de panadería, salchicha casera (no ahumada), mostaza y un poco de chucrut con manzana. Una delicia. Y si se come parado, mucho mejor.


Trappist o Abbey

Las famosas cervezas de abadía no están tan de moda pero tienen mucha mística. Hasta el día de hoy son elaboradas por monjes con una receta milenaria que no ha sufrido prácticamente cambios. Tienen un sello que garantiza la calidad y el proceso de elaboración y que asegura, ante todo, un estilo único. Las notas de levadura, flores y frutas secas, como el orejón o los damascos turcos, maridan perfectamente con el pannetone, el pan de maíz con manteca o el budín inglés. 


Porter

Una versión ligera de la Stout, con notas tostadas pero más chocolatosa y levemente dulce. Es el estilo ideal para introducirse en el mundo de las cervezas negras, porque tiene menos cuerpo y, la mayoría de las veces, menos alcohol. Un brownie con nueces y salsa de chocolate tibia dispara el dulzor y el cacao típico de la Porter. Postre y birra, un solo corazón.


Weissbier

Se trata de una cerveza de trigo, turbia, de un color amarillo ambarino, de espuma densa y muy duradera. Las notas de banana, clavo de olor, yogur y masa madre son de otro planeta pero, indudablemente, lo mejor es el vaso en el que se sirve: larguísimo, transparente y sin vetas para apreciar el color que es, de por sí, su valor agregado. Con postre vigilante de cayote o higo, queda estupenda.


Barley Wine

La cerveza conocida como “vino de cebada” suele ser oscura o negra, con una graduación que ronda los diez grados de alcohol y que, como su nombre indica, se aleja un poco de los estilos clásicos de cerveza, más gráciles y livianos. No es desbalanceada ni agresiva al paladar, pero hay que tenerle respeto, porque con un par de vasitos de Barley podemos quedar más que satisfechos para toda la noche. Se banca como ninguna los quesos duros y picantes, las tablas de fiambres ahumados y las carnes asadas. ¡Atención! No es recomendable tomarla demasiado fría.





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