Que levante la mano el que quiera vino en cartón

El #uvitagate pone sobre la mesa una paradoja moderna: nadie toma tetra, pero se vende como pan caliente. Mientras tanto, para indignación de muchos, un conocedor en TV cata vino en cajita. Y algunos nos preguntamos:¿otra vez hay que pedir permiso para tomar lo que nos gusta?


por ANA PAULA ARIAS
@anapaula_sommelier

Hace unos diez años se filtró un audio incendiario del cual nunca se supo el autor. En líneas generales, quien hablaba diagnosticaba un escenario desesperante para la industria, donde la cerveza avanzaba a toda máquina y el vino quedaba cada vez más relegado. 


Con la tranquilidad y los códigos de quien habla en confianza, el buen hombre despotricaba contra quienes habían alejado al consumidor común con ceremonias fútiles que, a su vez, habían terminado por elitizar al vino. También advertía que los números en picada del mercado interno se debían, en gran medida, a estas decisiones de comunicación. Como Twitter no tenía la dimensión que hoy tiene, el audio solo circuló por whatsapp, entre la gente del palo.


Hoy, en un mundo donde cualquier alteración de la matrix se viraliza en internet, la discusión es la misma: una grieta que parecía cerrada vuelve a ensancharse cuando Fabricio Portelli y Marcela Rienzo, en la TV Pública, hacen una cata de Uvita. Los paladines del buen gusto no tardan en indignarse, con argumentos tan vehementes como esnobs. Lo que parecía haber quedado atrás, el fantasma de la elitización, vuelve como un búmeran y nos cachetea. 


Se pone en tensión lo que se dice y lo que, en concreto, se hace. Porque si discursivamente somos un país de paladar negro, fino y carísimo, si lo único que vale en la industria son las botellas, que nos expliquen cómo casi el 40% del mercado está copado por el vino en caja. Y que, de paso, nos digan por qué ese consumo no formaría parte de nuestra cultura, de nuestro ADN argentino que se crió tomando vino en mamadera. 

 

Si el tema es el packaging, convengamos que la leche viene en tetra, y si el problema es el precio, no estaría mal reflexionar sobre el hecho de que los vinos argentinos en el mundo, esos que ganan premios y cocardas de críticos especializados, son de un precio en dólares mucho menor a los americanos y europeos. Esa tradición del vino de calidad superlativa a precio amigo es casi patrimonio exclusivo de nuestro país. Y, afortunadamente, no es una característica particular de los vinos de segmento medio.

 

No somos exégetas de Fabricio Portelli, pero sabemos que se la banca y, como buen discípulo de Brascó, pocas cosas le deben importar menos que hacer de la bebida nacional un producto de lujo, alejado del sifón, del hielo y de la gente.


 



Comentarios