Noviembre en el Club C&V: cepas francesas en versión argenta

Salvo excepciones, el mapa vitivinícola de Argentina cuenta con un variado compendio de cepas europeas, principalmente francesas. El desafío, de este lado del Atlántico, es obtener delicadeza varietal en un clima extremo. Los vinos elegidos de este mes lo logran con creces y reversionan con éxito las cepas clásicas del Viejo Mundo.


por ANA PAULA ARIAS

Veralma es una bodega de Catamarca, emplazada en el Departamento de Tinogasta. Tiene pocos años, pero hace un tiempo las revistas especializadas y los críticos internacionales le pusieron el ojo. La ecuación es seductora: altura de más de 1.300 metros, clima desértico y cepas premium que convierten cualquier proyecto enológico en una gran promesa. Seismiles Syrah es una apuesta segura para empezar a conocer sus vinos. Los Seismiles es la segunda cadena montañosa más alta del mundo después del Himalaya, y eso hace que la zona tenga una excelente amplitud térmica, además de un excepcional suelo calcáreo que da vinos potentes y fragantes. Una diferencia radical con respecto al Ródano, la región francesa donde se elaboran los Syrah más famosos del mundo. Y allí está el desafío: hacer tintos balanceados y elegantes en esas condiciones, desmarcándose de sus pares franceses.

En este sentido, Argentina es especial. Todo lo que nace en nuestro suelo está bendecido (o condenado, según lo que se busque) a tener alcoholes altos y una intensa concentración polifenólica. Lo mismo sucede con el Punto Ar Soleil Cabernet Franc (de bodega A16). Si hacemos un paralelismo con los Cabernet Franc bordeleses o de la Loire, las diferencias con nuestro estilo saltan, literalmente, a la vista. Nuestra capacidad de reversionar exitosamente los grandes cepajes franceses es uno de los factores que nos puso en el mapa. El Punto Ar Soleil le hace honor a su terroir; la zona de Perdriel ofrece una combinación de suelos pobres con aire frío proveniente de la montaña que resulta en vinos varietales, potentes y deliciosos, bien al estilo nacional.

En la actualidad es difícil imaginar otro país de referencia del Malbec que no sea Argentina. Nuestra cepa estrella proviene de la Comuna de Cahors, donde nació y creció, pero los Malbec del sudoeste francés poco tienen que ver con los excelentes ejemplares que se dan en Mendoza. Es difícil escindir a las cepas europeas de su país de origen: el Cabernet siempre va a ser francés, de la misma manera que el Sangiovese siempre va a ser italiano, o el Tempranillo, español. Pero con el Malbec es distinto, porque la combinación de sus características varietales con nuestra geografía dio como resultado un estilo excepcional. Para muestra basta la bodega Trapezio, de Agrelo, la zona top de Luján de Cuyo, que no para de dar tintos de calidad premium. Se trata de un proyecto boutique que se concentra en el cuidado extremo de sus vinos, tanto en el viñedo como en la bodega. Este Malbec es jugoso y ligero; no cansa y se siente complejo y equilibrado hasta la última copa. 



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