Finca Iral: vinos de terroir en el corazón de Mendoza

Finca Iral hizo su camino sin prisa, pero sin pausa, en Luján de Cuyo. Con una línea sólida de vinos frutados y frescos, se consolida en el mercado interno y se abre paso en el mundo. Charlamos con Lucas Giménez Bachiocchi, uno de los enólogos de la bodega de capitales canadienses que hoy es tendencia en Argentina. 



por ANA PAULA ARIAS

La vieja historia del turista que se enamora del lugar que visita y jura volver a instalarse se repite ad infinitum: el proyecto del forastero que llega a una comunidad a cumplir su sueño y que siente una sensación de libertad al empezar una nueva empresa en una tierra extraña. Así lo hicieron en Luján de Cuyo los canadienses Mark Long y Elisabeth Hivon, quienes volvieron a concretar lo que se habían imaginado cuando conocieron Mendoza. Esa concreción tomó forma definitiva con la sociedad con Lucas y la colaboración del también enólogo Daniel García. Hoy, después de diez años de ese inicio, buscan expandir su porfolio e incorporar nuevas etiquetas.

¿Cómo empezó la relación con Elisabeth y Mark?
Nos conocimos de casualidad en una bodega donde yo estaba trabajando y que ellos estaban visitando como turistas. Desde ese día nos mantuvimos en contacto y comenzamos una gran relación de amigos y socios.

¿Cuándo compraron la finca ya había vides implantadas?
Si, había vides implantadas que yo mismo había seleccionado, de Chardonnay, Torrontés, Malbec, Bonarda, Petit Verdot y Cabernet Franc.

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Argentina y el mundo vira hacia una viticultura más auténtica y comprometida con la tierra. La Tierra con mayúscula, pero también con un suelo que, a medida que avanzan los estudios y se afina el conocimiento enológico, se convierte en la marca de un lugar. Los hacedores de vino ya no van detrás de lo que dice el mercado, sino más bien andan su propio camino descubriendo las virtudes del terroir. Una tendencia que busca ponderar la fruta antes que la madera y no doma la rebeldía telúrica con notas avainilladas. Se trata de exaltar una identidad. Finca Iral es una buena muestra de ello, por eso sus vinos son bebibles y honestos.

¿Qué perfil tienen los vinos de Finca Iral?
El perfil de nuestros vinos es de mucha fruta presente, tanto en nariz como en boca. Buscamos la expresión pura del varietal y es nuestro desafío demostrar la tipicidad que podemos lograr de cada uno de los varietales producidos, siendo que todos provienen de un mismo viñedo.

¿Están elaborando líneas de segmentos entry level o premium? ¿Tienen pensado sacar algún vino ícono?
Estamos trabajando en una línea ícono que saldrá al mercado este año. Se encuentra en estos momentos en barricas y huevos de concreto, y es un blend de Malbec, Cabernet Franc y Petit Verdot.

¿Son vinos pensados para el mercado interno, para exportar, o para ambos mercados?
Todos nuestros vinos tienen una gran versatilidad y fueron pensados en principio para el mercado interno, pero estamos avanzados con algunas exportaciones, donde estamos seguros de que tendrán gran aceptación. El concepto de Single Vineyard con el que trabajamos nos da una distinción bastante exclusiva y el gran porfolio de variedades convierte a Finca Iral en una bodega con variables para todo tipo de consumidores y mercados.

¿Con qué cepa, además del Malbec, les entusiasma trabajar?
Somos dos enólogos, Daniel García y yo, quienes estamos detrás de los vinos de Finca Iral. El Cabernet Franc es nuestra debilidad desde lo técnico. Es una variedad tan expresiva como compleja, en la que la ventana de cosecha es muy pequeña y el trabajo de bodega debe ser muy sutil.

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El Covid-19 cambió las reglas del juego para todos los actores del mercado, tanto productores como consumidores e intermediarios. Nuevos hábitos de consumo surgieron a partir del nuevo ritmo de la casa. Los fines de semana no tienen tanto impacto en el orden semanal y los límites entre ocio y trabajo se hicieron más permeables. En un mundo que muy probablemente ya no vuelva a ser como antes, la industria vitivinícola tiene que adaptarse rápidamente y acompañar los cambios socioculturales con ingenio.

Según estudios recientes, durante la cuarentena el consumo de vino subió notablemente, ¿cómo se puede aprovechar este nuevo acercamiento del consumidor?
Esta ha sido al menos una buena noticia durante la cuarentena. Creo que el consumidor se acercó al vino de una forma mucho más descontracturada y sin prejuicios. Muchos jóvenes descubrieron varietales o perfiles de vinos que no conocían y son ellos quienes representan la pieza clave en la industria. Queda ahora en nosotros mantener con trabajo y comunicación simple lo logrado de una manera casi casual durante la cuarentena.

¿Cómo te imaginás la industria post Covid 19?
La industria está acostumbrada a capear las tormentas más bravas. La imagino como siempre saliendo adelante, pero no será fácil ni rápido. Sería bueno contar con un plan post pandemia, claro. El productor siempre quiere seguir trabajando y dando trabajo, pero una mano no vendrá nada mal.

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En medio de la tormenta que desató el Covid, Finca Iral no deja de trabajar y crecer. Están construyendo la bodega propia, un excelente modo de hacer todo el trabajo en un solo lugar y tener pleno control del proceso de elaboración, con una capacidad de 300.000 litros en una primera etapa y una ampliación futura a 800.000 litros. Actualmente cuentan con una casa con capacidad para 14 personas que opera en la modalidad de Bed & Breakfast y proyectan, en un futuro cercano, abrir también un restaurante propio dentro de la finca. Un buen modo de seguir acercándose a sus consumidores, a los enamorados del vino de Argentina y del mundo.


Categoría Vinos

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