Fayer Madrid: Porque sí, porque sí, porque sí

por FLAVIA FERNÁNDEZ
@flaviafernandezcv

“Fayer” significa fuego y el Fayer madrileño, que acabamos de conocer, es fuego doble por varias razones: veranito europeo, música que invita a subir a su divinísimo espacio, cocina a la vista, barra, mozos que arengan cuando pinta algo parecido al baile. Claro que todo esto es anécdota que surge de la felicidad que están viviendo los madrileños por el enorme hecho de ir dejando las mascarillas; la vedette, claro está, es la cocina del lugar, comandada por Mariano Muñoz.

Sabemos mucho sobre las delicias de Fayer Buenos Aires, con su mix de cocina israelí y parrilla argentina que resulta en una carta exótica, fresca, hermosa de ver. Se habla sin parar del pastrón con hueso, plato icónico y único por llevar un proceso increíble: el costillar viene de novillos alimentados a pastura y es macerado durante diez días en una mezcla de trece especias para luego ser ahumado en frío durante ocho horas y terminado a baja temperatura durante un día. Hay también falafel, hummus clásico y su preciosa (porque además de exquisita es irresistiblemente fotografiable) versión de remolacha.

Si vamos por la parrilla, molleja ahumada con Ras el hanout, entraña, pollo picantón entero, pesca del día y koftas de cordero. Quedamos mudos ante la ensalada de sandía con queso feta, kalamatas, albahaca y tomates. Otras dos bombas de color y sabor son la Fatoush (tomate, rabanito, pepino, queso feta, pan laffa y cilantro) y la Sabich (berenjenas, tomate, garbanzos, huevo y alioli de mango encurtido).

“Abanicos de colores” sonaba sutil y aparecieron en versión verde: alcachofas a las brasas, impactantes, abiertas, provocadoras.

Lujurias orientales y chocolates divinos, cafelito. Todo fue perfecto en una noche que promediaba los 30 grados, final de un día donde el sol no paró, como nosotros, felices, viviendo un viaje al futuro. 

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