El mundo es del Gin Tonic

Esta semana celebramos el Día Internacional del Gin Tonic, y nos pusimos a repasar un poco su historia: un cocktail que, aunque clásico, pasó mucho tiempo juntando polvo en las cartas hasta que tres cocineros españoles, hace no tanto, propiciaron su regreso al podio de las barras.



por ANA PAULA ARIAS

@anapaula_sommelier


Está pasando algo que no sucede muy seguido y que nos pone en un lugar de absoluto privilegio: una bebida se está convirtiendo en clásico y estamos vivos para presenciarlo. Por eso el Día Internacional del Gin Tonic, que se celebró hace un par de días, merece ser considerado para toda la semana. Imperativo: prepararse uno y brindar por este momento histórico.


Algunos dirán “el gin tonic ya es un clásico, qué dicen, ñañaña”, pero no. Si reflexionamos honestamente y volvemos a la coctelería de principios de los noventa, vamos a encontrar que el mercado del gin estaba súper concentrado en Europa y, específicamente, en Reino Unido. Se usaba para los cócteles clásicos, como el Negroni o el Dry Martini, pero no se había convertido en cisne y aún le faltaba un rato.


 

Hay quienes dicen, con un escepticismo cruel, que el gin tonic se puso de moda luego de una movida de marketing impulsada por una marca líder de gin a fines de los noventa. Puede ser. Pero como acá no aceptamos aguafiestas, nos gusta contar la historia de un grupo de cocineros top que recuperaron la costumbre de antaño de beberse un gin tonic después de terminar un despacho; como eran hiper referentes, la gente empezó a prestarle atención también a lo que bebían. 


Antes de todo eso, sin embargo, ¿cómo surge el gin tonic? Si bien el origen todavía está en disputa, la mayoría de los historiadores borrachos (o borrachos historiadores) coinciden en que surgió en el siglo XIX en Inglaterra a partir del desarrollo de la quinina para el tratamiento de la malaria. En este contexto, los empresarios y soldados ingleses que viajaban a las colonias indias acostumbraban a disolver las pastillas de quinina en ginebra holandesa para pasar el mal trago. Literalmente mal trago, porque la quinina tiene el mismo gusto que chupar un clavo oxidado. Esta mezcla fue evolucionando a los largo de los años, con el agregado de azúcar y hierbas aromáticas, hasta que se inventó el embrión de lo que hoy conocemos como gin tonic: la Indian Water Tonic, una mezcla de gin, quinina, azúcar y lima. 


Para mediados del siglo XIX esta combinación era un éxito, independientemente de sus fines medicinales. Quien que le va a poner el moño de oro va a ser Johann Jacob Schweppe, el inventor del agua tónica carbonatada (cuyo ingrediente principal y característico es la quinina) y de la marca Schweppes. El gin tonic se va a extender a toda Europa y a Estados Unidos y este primer boom va a sentar las bases de lo que hoy vivimos en el mundo con la “fiebre” del gin tonic. 



Y ahora, la historia que nos gusta contar: año 2000. En España, los chefs Ferran Adrià, Martín Berasategui y Juan Mari Arzak deslumbran a todos y todas con una cocina que revoluciona el mundo de la gastronomía. Se podría decir que con ellos se inaugura una época en la que los chefs empiezan a ser percibidos como artistas. Cuenta la leyenda que al final de los servicios los tres tenían algo en común: gustaban de prepararse una buena copa de gin tonic, y decimos copa porque Ferran Adrià específicamente fue quien comenzó con la costumbre de usar una buena copa balón llena de hielo para que no se le aguase el trago. También, con su vocación cocinera, fueron los que empezaron a probar la adición de algún que otro botánico a la mezcla para resaltar las notas propias del gin con el que estaba hecho el trago. Las marcas no dejaron pasar esta tendencia y aprovecharon para impulsar nuevamente el consumo en el mundo de una bebida que, desde el minuto uno, estuvo condenada al éxito. 


Actualmente, en Argentina proliferan las marcas nacionales que destilan con presencia de botánicos y frutos típicos de nuestro país, como manzanilla, yerba mate, mandarina, entre otros y hacen gin de calidad premium. Lo mismo sucede con las tónicas: mientras que antes esperábamos por el arribo de alguna que otra Schweppes saborizada, marcas como Santa Quina o Pulpo Blanco se ponen a la altura de un mercado que pide cada vez más. La fiebre del gin tonic está empezando, las posibilidades son tantas como botánicos, tónicas y garnish haya, es decir, infinitas.


El gin tonic hizo un largo camino para llegar adonde está y hoy lo celebramos, así que salud para los enamorados de siempre, los que se flecharon hace poquito y se volvieron fans y, en especial, a los que lo siguen desde Cemento. 






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