Abrió Alma, un nuevo restaurante que halaga los sentidos

2022-12-06

Dentro del Sofitel Recoleta, en un espacio por donde han pasado innumerables talentos a lo largo de las décadas, acaba de abrir un nuevo restaurante centrado en los productos del país y en generar experiencias únicas desde los sabores, las texturas y el ambiente.

texto FLAVIA FERNÁNDEZ

fotos MÁXIMO PEREYRA IRAOLA

@flaviafernandezcv

@maximopi

Siempre fue un placer atravesar los salones del Sofitel y llegar al oasis con pisos de palacio, luminarias despampanantes, una previa con livings informales y la intimidad tras las puertas que deja ver el adn del restaurante. Toda la vida fue un remanso dentro de la ciudad, y han pasado por esa cocina cantidad de cocineros talentosos.

Hoy, la propuesta se llama Alma y consiste en reversionar platos de la cocina argentina, poniendo el acento en los productos locales, con amplia selección de carnes y vegetales de estación. La impronta de esta nueva versión culinaria sorprende desde que uno pone un pie en el lugar. Ya no más colores estridentes ni texturas pesadas. Ahora abundan las fotografías telúricas en blanco y negro (del artista Aldo Sessa), los detalles en madera y cuero.

El restaurante, que comanda Facundo Díaz, arrancó con todo y en pleno mundial no cabe un alfiler, especialmente los fines de semana. Todos van por las carnes cocinadas a las brasas con madera de quebracho o cerezo, pero nosotros quedamos boquiabiertos con el risotto de hongos de pino (por cremosidad, equilibrio y también presentación) y los ravioles de kale, con masa perfecta.

También nos deslumbraron el pulpo al kamado con emulsión de pimientos norteños y la palta con hierbas, pickles orgánicos y brotes.

El bife de chorizo pampeano, servido con cremoso de cabutias norteñas ahumadas y puerros estaba en su punto exacto y sin duda lo recomendamos.

En cuanto a los postres, probamos los frutos rojos con jugo especiado y granita de albahaca, y la textura de chocolate 86%, que nos gustó mucho.

Llama la atención la vajilla moderna, original y elegante. Buena atención, como siempre. Y dulces que salen de ahí nomás, de los hornos sagrados que tantos años utilizó Beatriz Chomnalez.