Vinecol: vinos que respetan la naturaleza

En una de nuestras entregas más recientes del Club Cuisine&Vins, incluimos el Red Puro Blend, de Vinecol. Mientras los socios degustaban, disfrutaban y recomendaban la etiqueta, nosotros hablábamos con Hugo Zamora, enólogo de Vinecol y parte del emprendimiento desde sus orígenes.




por ANA PAULA ARIAS


Bodega Vinecol nació en 2001 y está ubicada en el departamento de La Paz, en la zona este de Mendoza. Fue pionera en la viticultura orgánica, siendo una de las primeras bodegas argentinas en certificarse como orgánica en 1998. Hablamos con Hugo Zamora, su enólogo, quien nos contó, entre otras cosas, cómo deben conducir el viñedo para alterar lo menos posible su entorno natural y cómo eligieron trabajar en esa zona tan agreste: “esto nace como una filosofía de vida acerca del respeto por la naturaleza y el respeto por lo autosustentable”.

¿De dónde surge la idea de realizar este proyecto de viticultura orgánica?

Nuestros viñedos están rodeados de vegetación natural y gozan de un clima muy benigno, ya que llueve poco. Su suelo arenoso y su clima semidesértico nos otorgan días calurosos y noches frescas. A esto se le suma la presencia diaria de vientos suaves y moderados que benefician la sanidad de la planta, un factor que deriva en una menor cantidad de curaciones con cobre y azufre, únicos elementos autorizados para el control de los ataques de algunos hongos en las vides. Por todas estas características del lugar se tomó la decisión de hacer vinos orgánicos. Además, había un probable nicho de ventas a mercados muy exigentes.

Los primeros ensayos se hicieron en febrero de 2003 y empezaron la producción de vinos embotellados en 2005. La idea era generar vinos orgánicos a partir de una agricultura alejada de elementos contaminantes y desprenderse de las curaciones y las fertilizaciones del suelo con elementos ajenos al cultivo natural de las vides. Pero Hugo aclara: “es una región hostil para el cultivo de la vid. Siempre nos vemos comprometidos a doblarle el brazo a la naturaleza colocando cortinas de árboles que rodean los viñedos para paliar los vientos en época de floración. Los árboles también sirven como una defensa natural contra las heladas tardías de primavera, porque al ser una zona semidesértica y a 600 msnm, las noches de frío se intensifican y se dañan los brotes”.

¿En qué año te uniste al proyecto?

Me uní en 2003; vengo acompañando a la empresa desde su nacimiento.


¿Qué uvas tienen en la finca hasta el momento y cómo las trabajan?

Tenemos Chardonnay, Chenin, Torrontés riojano, Malbec, Cabernet Sauvignon, Bonarda y Tempranillo. Hacemos riego por goteo y riego por surcos con aguas provenientes del río Tunuyán, como también con aguas subterráneas que se mezclan en una gran represa para luego distribuirlas. Nos interesa cuidar mucho el medio que rodea a los viñedos, tanto la flora como la fauna. Hemos colocado bebederos para animales del lugar, como zorros, liebres y conejos, para que no rompan las cañerías de riego en busca de agua. También pusimos espantapájaros para ahuyentar a los pájaros que vienen a comerse las uvas, porque, aunque tienen malla antigranizo, igual llegan a ellas.

Los vinos se elaboran de manera tradicional: se recolectan las uvas en cajas de 11 kilos y luego se seleccionan manualmente los racimos y granos. Las fermentaciones son en acero inoxidable con controles rigurosos de temperatura e higiene. Por último, la guarda se realiza en acero para los vinos jóvenes y en barricas francesas y americanas las partidas de las líneas roble o reserva.

¿Qué diferencia hay entre el Torrontés que ustedes hacen en La Paz y el Torrontés cafayateño?

Los vinos de Vinecol tienen expresiones muy propias. Hablando específicamente del Torrontés riojano, es una uva que da colores amarillos verdosos. Buscamos desde un primer momento que los racimos no tengan demasiada exposición solar para obtener una expresión delicada de flores blancas, azahares y aromas a maracuyá. Pero la particularidad es que el viñedo está rodeado de campos de jarilla y chañares, y entonces nuestras uvas Torrontés recuerdan a la jarilla y al romero.

¿Y no tiende a tener menos acidez que un Torrontés de altura?

A la acidez la modificamos con el agregado de ácido tartárico, aunque, cuando la vendimia lo permite, hacemos cosechas diferenciales de uvas con baja madurez que aportan acidez y sensación herbácea y otras que aportan notas de flores y frutas tropicales. Luego por degustación ajustamos el corte.

¿Piensan prescindir en algún momento del anhídrido sulfuroso?

El nuevo desafío que nos está marcando la comercialización de vinos sin adición de anhídrido sulfuroso es lo que viene en nuestras próximas elaboraciones. Para eso tenemos que elaborar vinos jóvenes de consumo anual, de buena estructura, con la incorporación de gases inertes durante su elaboración y conservación y de pronto embotellamiento.




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