La inquisición: Verónica Reising y Mariana Goñi Moreno, sommeliers de La Malbequería

El pasado lunes 3 de junio celebramos el Día Internacional del Sommelier, en honor al nacimiento, hace nada menos que 50 años, de l'Association de la Sommellerie Internationale, la comunidad de sommeliers más grande del mundo. Además de celebrar de la manera más indicada (tomando buen vino, por supuesto), nos dimos una vuelta por La Malbequería, uno de nuestros espacios preferidos en Buenos Aires, para hablar mano a mano con las dos sommeliers y voceras de la casa. En este cuestionario a duo exploramos las idas y vueltas de la profesión, copa en mano.

por ANA PAULA ARIAS



Verónica Reising (47) y Mariana Goñi Moreno (51) son dos experimentadas sommeliers y voceras de La Malbequería de Lo de Jesús, uno de los reductos más especiales para vinófilos y sibaritas en la ciudad, donde los vinos y la comida invitan a largas horas entre copas y bocados. Este año, La Malbequería celebra su tercer aniversario como vinoteca particular del restaurante Lo de Jesús, que tiene una historia bastante más larga: fue inaugurado como almacén por don Jesús Pernas en 1953, quien servía vermouth y cortaba jamón crudo a la vista para comensales y vecinos parlermitanos de la época.

Hoy, La Malbequería, primera vinoteca especializada en Malbec, tiene peso propio, y es el lugar preferido de muchos por su selección de vinos, su galería de catas, sus salones y su jardín, en cuyo estanque nadan cualquier cantidad de peces. En diálogo con Verónica y Mariana, y mientras brindamos por el Día Internacional del Sommelier, conversamos sobre sus experiencias en la profesión, sus recuerdos relacionados con el vino y sus colegas, entre muchas otras cosas.



¿A qué escuela de sommellerie asistieron?

V: A la EAS [Escuela Argentina de Sommeliers]. Empecé a cursar en 2002 y me recibí en 2004, en un momento en el que todavía había que explicar que “sommier” no era lo mismo que “sommelier”.

M: Egresé de la EAS en 2005.



¿Si no hubiesen sido sommeliers, hubieran sido…?

V: Empecé siendo periodista. Hice la carrera de Comunicación y leyendo una revista me enteré de que existía la carrera de sommelier. Fui a hacer un curso en febrero de 2002 y me quedé a hacer la carrera.

M: Agente de viajes y turismo. En paralelo, ¡podría disfrutar vinos de otros lares!



¿Un pecado imperdonable en el consumo del vino?

V: No disfrutarlo.

M: Pienso en varios. Beber en un vaso de vidrio clásico, con borde grueso, o tomar un blanco o tinto a muy baja temperatura, aplacando sus aromas y haciendo que no se abra en boca fácilmente. El vino se desluce a una temperatura incorrecta.



¿Un guilty pleasure en su consumo de vino?

V: A veces le pongo un hielo al espumante para refrescarlo un poco más.

M: En verano, con temperaturas altas, me gusta servirme un blanco o un rosado primero en copa para conocerlo bien y quedarme con su impronta; luego me permito dos cubitos de hielo. Y en épocas navideñas, me encanta remojar los frutos secos en el espumante. ¿Esto será publicable o me buscarán con chaleco de fuerza?



¿Qué vinos les gusta recomendar?

V: Me gusta que la gente descubra los vinos de Patagonia y los nuevos emprendimientos del NOA, y que se deje tentar por los nuevos vinos de Buenos Aires.

M: En la Malbequería disfruto de comunicar etiquetas que expresen estilos, terroirs o alturas extremas. También disfruto de comunicar y sugerir etiquetas de excelente relación costo/beneficio. El consumidor desea y disfruta ser bien orientado en estas épocas donde el contexto económico no deja mucho espacio para la holgadez.



¿Cuál es su primer recuerdo vinculado al mundo del vino?

V: Vengo de familia tana, así que lo que recuerdo es ese vino que te daban los nonos, mezclado con soda porque no se consumía gaseosa.

M: Allá por 2002 hice un curso de introducción al conocimiento del vino en el hotel Sheraton de Retiro, y fue amor a primera vista. Mi cabeza hizo un click, y no me retiré nunca más del mundo del vino.



¿Por qué es importante la figura del sommelier?

V: Para mí el sommelier es un comunicador social del vino, es quien une el proyecto que se hace en la bodega y lo acerca a la góndola o a la mesa del consumidor. Muchas veces llega una persona y no sabe bien lo que quiere; ahí una tiene que interpretar su gusto, entonces no sólo somos interlocutores, también somos intérpretes.

M: El sommelier es importante porque acerca información útil, novedosa y ordenada que es la necesaria para que un comensal o cliente desprovisto de data pueda tomar una buena decisión y elegir bien. Además considero que las bodegas, con sus grandes apuestas a los vinos de calidad, pueden mediante los sommeliers transmitir filosofía, historia y experiencia.



¿Colegas a quienes admiren?

V: En estos 17 años que tengo recorriendo la industria hubo muchísimos colegas que han sido sumamente generosos. Laura Sotelo es una: fue la primer sommelier que confió en mí para darme un trabajo, y eso es algo que no me olvido nunca. Adriana Huck, con quien trabajé muchos años en Trapiche, codo a codo. También Alejandro Martínez, que es el director de 3 Bayas y siempre está generando trabajo para muchos sommeliers. Y, hoy por hoy, agradezco trabajar con Mariana Goñi Moreno que, además de colega, es una amiga con quién me divierto muchísimo.

M: Adriana Huck, María Mendizábal y Vero Reising.



¿Una máxima, para terminar?

V: El mundo del vino es fascinante, y para mí lo más lindo son las botellas bien conversadas con aquellas personas que te hacen la diferencia día a día.

M: No hay que beber el vino apurado; hay que prestarle atención.




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