La columna vinófila: ¿A qué se dedica realmente un sommelier?

En tiempos en que la palabra "sommelier" explota y hay sommeliers hasta de alfajores, nuestra columnista Ana Paula Arias desgrana el significado de esta profesión que es más bien un arte.

por ANA PAULA ARIAS


La semana pasada se llevó a cabo en Canadá el torneo Mejor Sommelier de las Américas, donde nuestros representantes Martín Bruno y Valeria Gamper alcanzaron el segundo y cuarto puesto, respectivamente. Con este resultado Argentina se consolida, una vez más, como referente de la sommellerie internacional. Pero ¿qué es un sommelier? ¿Qué estudia y cuáles son sus incumbencias? ¿Le pagan sólo por tomar vino? Hagamos un repaso por este oficio que no es lo que parece.


Si ponemos “buscar imagen” en Google, seguro aparece la foto de un chico o una chica con cara de concentración acercando la nariz a una copa de vino. Y eso, en principio, es correcto, pero es una parte muy chiquita de todo el trabajo y el estudio que demanda ser sommelier.


Vamos por partes: popularmente la gente le dice “catador”. El tipo puede agarrar una copa de lo que sea y describírtela de cabo a rabo, tirando aromas imposibles de imaginar como regaliz, pis de gato o sudor de caballo (no es broma). Te dice qué vino va con qué comida, a qué temperatura lo tenés que tomar y cómo lo tenés que servir. Y muchos dicen: “éste se está haciendo el piola, a mí el vino me gusta o no me gusta y punto”.


Pese al imaginario popular, sin embargo, la sommellerie no es eso. Se trata más bien del arte de comunicar no sólo el vino, sino también el whisky, el café, el chocolate y tantos otros productos nobles que necesariamente deben ser difundidos de manera respetuosa y correcta. Si hay sommeliers de yerba mate o de pisco es porque hay una bebida hecha con ciertos parámetros de calidad, que es propia de un terruño determinado y que, sobre todo, tiene un importante componente artesanal en su producción.


El sommelier se encarga de acercar un producto a la gente. Ya sea en un restaurant, en una bodega o en una vinoteca, la idea es decir “ojo, que lo que estás por consumir es parte de un inmenso laburo, de la tierra directo a tu mesa. Dame bola: no lo pongas en la cuneta del auto todo el día y después te lo tomes con el asado de la noche. Ponelo un rato en la heladera y cuando lo abras tomate un minuto para olerlo, para probarlo. Conectate con lo que estás bebiendo, porque es una experiencia hermosa”.


Ahora sí, decime si no sentís un orgullo inmenso de que nuestros chicos nos hayan representado tan bien en Canadá la semana pasada. Por ellos, y para los que hoy van a usar copas en vez de vasos por primera vez: ¡salud!



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